Presentación

Este es el blog de Carlos y Alicia, en donde os mostraremos las salidas a la montaña que realicemos solos o con nuestros compañeros y amigos.

miércoles, 25 de abril de 2012

Garganta de los Hoyos. Jerte (Valle del Jerte)


La Garganta de los Hoyos es un pequeño barranco ideal para iniciarse en la práctica del barranquismo por su baja dificultad y casi nulo compromiso en época de estiaje. Ahora bien, si el caudal baja cargado puede dar problemas. En primavera tiene el beneficio añadido de los cerezos floridos que lo rodean.
Por todo esto, y por la cercanía al camping, fue el barranco escogido para descender el sábado día 7 de abril. Después de tener algún despiste en la aproximación, pues creíamos que el barranco terminaba en el puente que se cruza para ir a la famosa lavadora de  Papuos, siendo en realidad donde se comienza, y gracias a las explicaciones de los monitores de una agencia de aventura, por fin nos cambiamos para descender todos los miembros de la expedición este modesto barranco. Ali y David han bajado un vehículo al final del barranco para luego subir a recoger el que dejamos en la parte de arriba.
Para acceder al cauce cogemos un sendero poco visible que comienza en la parte derecha del puente. Lo primero que nos encontramos son dos pequeños toboganes. El primer obstáculo de verdad se salva por medio de un sencillo rápel de 13 metros.


El segundo rápel aparece inmediatamente y tiene 16 metros. Tras un corto tramo llano se alcanza el tercer rápel, que tiene una incomoda entrada, pudiendo montar un pasamanos al igual que en los dos rápeles anteriores, puesto que todo el barranco esta perfectamente instalado. El rápel tiene una altura de 10 metros y termina en una poza a la que sucede un destrepe, aunque se puede seguir rapelando si se desea pues resbala mucho.


La recepción del cuarto rápel de 11 metros, tiene una pequeña bañera que se convierte en tobogán, y nos acerca al quinto y último de los rápeles,  de unos 6 metros que termina en una poza.



Después de hacer las fotos para el recuerdo tomamos un sendero a la derecha que nos lleva a una pista, y en apenas 5 minutos estamos en el ensanchamiento en donde nuestros compañeros han dejado la furgoneta. Cuando nos disponemos a cambiar de ropa comienza a llover, situación esta que también se dio durante la bajada del barranco, así que decidimos ir al camping a comer algo calentito.
Después de la comida y como el sol sale timidamente, decidimos ir a dar un paseo. Los que el día anterior no fueron a visitar la Garganta de los Infiernos lo harán hoy, mientras Ali, Mónica, Chus y yo nos vamos hasta el cercano pueblo de Tornavacas, lugar desde donde parten alguna de las rutas señalizadas que existen por todo el valle. Al final cambiamos la idea que llevábamos y cambiamos de ruta, decidiendo hacer la que nos llevará a la Cueva de Santiago León.
Desde Tornavacas, comenzamos a subir por la calle Piscina, dejando las últimas casas por la pista de cemento. Tras unos 500 metros, se toma a la izquierda en descenso, un tramo del antiguo camino hacia la garganta de Calvarrasa. Ya en subida, retomamos la pista principal, hacia las Longueras y el Carpintero, dejando los posibles desvíos.



Se desciende suavemente hasta la Garganta Becedas, que se vadea por un pontón de tubos de hormigón. De nuevo se retoma la subida entre prados. Como vamos un poco pillados de tiempo, paramos a un agricultor que baja en coche y le preguntamos si queda mucho para la cueva, y si llevamos la dirección correcta. Al hombre al principio le cuesta arrancar con las explicaciones, pero después nos da toda una clase de historia y distancias correctas, pues él ayudo a medir la ruta con un "ji pi ese" que le dejaron. Nos cuenta como a Santiago León lo mataron en su refugio, de un disparo por la espalda cuando descansaba sobre una roca, y que el autor del disparo murió al poco de locura. Abandonamos la agradable compañía de este señor, ayudados en parte por su mujer, pues al hombre le sobraban historias para contarnos y no nos dejaba marchar.
Tras pasar una puerta, la pista ahora de tierra, remonta la ladera a la sombra del robledal en varias vueltas hasta finalizar en un pequeño llano junto a unos cercados y corrales de alambre para manejo de ganado. Estamos en Llanominguez y desde este punto, parte el camino de montaña, que en suave subida sobrepasa el arroyo Banquillo y llega a la majada del Tejadillo, donde se sitúa el refugio del Guerrillero Carlista Santiago León, final de la ruta. Toda el sendero final la hago en solitario y en muchos puntos corriendo, y es que tenemos miedo que se nos haga de noche en la vuelta. Cuando llego a la altura de la cueva ( mas bien es un abrigo donde resguardarse) les indico al resto desde la lejanía que se acerquen, que por fin hemos terminado la ruta de ida. Y es que si hubiese estado un poco más adelante hubiese renunciado a seguir, dándonos la vuelta. 


Las guerras civiles del siglo XIX originan un florecimiento inusitado de guerrilleros en el valle, siendo Santiago León el último de ellos. El relieve quebrado con imponentes elevaciones y profundas depresiones supone un terreno de juego ideal para la práctica del bandidaje y las actividades guerrilleras, permitiéndoles guarecerse en profundas espesuras, cuevas naturales, roquedos y otros innumerables abrigos serranos.
Tras pasar unos breves instantes en el lugar, sintiéndonos como bandoleros (allí estaban el Algarrobo y el Estudiante) emprendemos a toda velocidad la bajada, llegando a Tornavacas justo cuando empezaba a oscurecer. Bajamos al camping, en donde Chus nos confirma con su "GPS" que nos hemos metido entre pecho y espalda 20 kilómetros en poco más de 4 horas, y es que el ritmo que llevamos fue muy alto.
Otra vez una nueva velada de cena y sobremesa antes de recogernos pronto a la cama, pues al día siguiente tocaba el viaje de regreso a casa. Durante el camino hacemos algo de turismo por El Barco de Avila, bajo un sol que no pudimos ver en todo el puente, y en donde vimos una interesante procesión. Mas tarde paramos a comer en un restaurante de carretera para sobre las 7 de la tarde llegar de nuevo a nuestros hogares, habiendo disfrutado de un puente en el que el mal tiempo fue el gran protagonista, pero que no nos impidió el pasar unos buenos días de vacaciones y  hacer un buen puñado de barrancos.
       

viernes, 20 de abril de 2012

Garganta el Gargantón. Guijo de Santa Bárbara (La Vera)


Cuando parecía que el tiempo no podía empeorar más, lo hizo. La mañana del  viernes santo amaneció muy fría e incluso la nieve se veía en las laderas de las montañas a una cota muy baja. Apetecía muy poco o nada el ir a descender algún barranco, pero aún así decidimos desplazarnos otra vez a la comarca de la Vera para ver como andaba el tiempo y llegado el momento ver si teníamos ganas de mojarnos. Durante el camino en coche tuvimos la oportunidad de ver y pisar nieve.


Llegamos al pueblo del Guijo de Santa Bárbara, en donde aparcamos en la zona de baño el Capacho, justo en la parte baja del pueblo. El frío sigue siendo intenso y al final tan solo nos animamos a hacer el barranco David, Ali y yo. El resto del grupo nos acompañara en el camino de subida para estirar un poco las piernas y entrar en calor. Cruzamos el puente sobre la zona de baño (Garganta Jaranda) para tomar un camino de herradura que sube decididamente, siguiendo siempre en los desvíos a nuestra izquierda. Pronto llegamos a un puente que atraviesa el Gargantón y seguimos hasta llegar a una casa de piedra. Dejamos una pista a nuestra izquierda y continuamos por un sendero que sale a media ladera de la montaña, continuando por él hasta llegar al cauce a la altura de una cascada habitualmente seca, lugar donde empezamos el descenso. La ruta de aproximación nos ha llevado una media hora.


El Gargantón nace a unos 1650 metros sobre el nivel del mar y desemboca en la Garganta Jaranda. El tramo más interesante, desde el punto de vista deportivo, comienza entre los arroyos Cerezo y Gilarte. Es un descenso poco técnico ideal para empresas de aventura.
El primer rápel de 5 metros lo hacemos bajo la atenta  mirada de nuestros compañeros, a los cuales se les nota un poco de envidia en las miradas, y es que con la aproximación hemos entrado en calor, además de comprobar que el barranco no va a ser muy acuático.


A continuación dos  rápeles más  de 3 metros y 6 metros respectivamente antes de llegar a una zona encajada, en la que damos alcance a una empresa de aventura, y en la que podemos optar por saltar desde 7 metros o rapelar. Algún destrepe y pequeño salto más y llegamos a la altura del puente que hemos cruzado en la aproximación, lugar donde esperamos a que bajen los "rajaos". Y es que se tarda menos en ir por el río que por el bosque.



Entramos en la segunda parte del descenso, encontrando lo primero un rápel de unos 10 metros, un pequeño salto de 2 metros y a continuación otra zona encajada, en la que nos encontramos con mas barranquistas, y en la que montamos 3 rápeles más de 15, 5, y 15 metros respectivamente. En apenas una hora y 10 minutos estamos junto a nuestros compañeros que han traido los coches justo al final del barranco, quitándonos así de andar unos 500 metros hasta el vehículo.

                   

Hablamos que hacer, pues es muy pronto todavía. Los tres que hemos descendido el barranco queremos acercarnos hasta Losar de la Vera para descender la Garganta Vadillo, y al final después de insistir un poco les convencemos para que por lo menos nos acompañen hasta la entrada al barranco. En Losar tomamos la pista que sube hasta el barranco, que en teoría esta en buenas condiciones, pero para nuestras furgonetas y cargadas a tope, resulta ser bastante incomoda, pesada y larga. Ademas vamos ganando mucha altura y cada vez tenemos más cerca la nieve. Al final decidimos dejarlo para otra ocasión y bajamos a la piscina Vadillo, en donde comemos algo y tomamos un café.
Un poco cabreado por no haber descendido el barranco, emprendemos el camino de regreso al camping. Cuando llegamos aún es pronto, así que Mónica, Ali, Chus y yo decidimos ir a dar un paseo por la cercana ruta de la Garganta de los Infiernos, que se encuentra junto a nuestro Camping.


Situada en el Valle del Jerte, esta reserva natural está comprendida entre la vertiente noroeste de la Sierra de Tormantos, la vertiente suroeste de la Sierra de Gredos y el río Jerte. En la zona se pueden contemplar numerosos saltos de agua y cascadas, así como las marmitas gigantes de Los Pilones, principal objetivo de nuestro paseo. Las rocas principales que encontramos en la garganta son granitos y gneis.
Las máximas altitudes se alcanzan en la Cuerda de los Infiernillos (2.281 m.) y el Cerro del Estecillo (2.290 m.) que rodean a la Garganta de la Serrá, antiguo valle glaciar que quedó modelado por el paso de los hielos cuaternarios. Hay que destacar en la Reserva Natural una amplia red hidrográfica con abundantes saltos y cascadas, una de las principales peculiaridades de este espacio natural. Mención especial merecen las marmitas gigantes, que son grandes pozas excavadas en la roca por la erosión fluvial, destacando las que existen en el paraje conocido como Los Pilones, al cual llegamos en aproximadamente 45 minutos. 


                     

Nos echamos unas fotos de rigor para el recuerdo y emprendemos el camino de regreso, pero ahora pasando por el mirador del Chorrero de la Virgen y haciendo el resto de camino de vuelta por una pista que nos vuelve al lugar de partida. Después de tener una amena charla con los guardas de la Reserva, volvemos al camping, en donde Oscar nos está preparando una suculenta barbacoa, que posteriormente acompañaremos con un buen mojito preparado por Chus.

       

miércoles, 18 de abril de 2012

Garganta de la Hoz. Villanueva de la Vera (La Vera)



Para nuestra segunda jornada en tierras extremeñas, teníamos pensado desplazarnos a la comarca de la Vera para descender alguno de los barrancos de la zona. El plan era realizar un par de descensos más, pero no a todo el mundo le apetecía madrugar, así que hicimos dos grupos. El primero, compuesto por Mónica, Alicia, Chus, Fonso, David y yo, saldríamos por la mañana temprano para descender la Garganta de la Hoz, el barranco más largo de la jornada, y  el resto de compañeros se uniría a nosotros por la tarde para realizar el segundo descenso.
Después de desayunar, nos montamos en nuestra furgoneta y cogemos dirección  Madrigal de la Vera. El tiempo en Jerte es malo, amenazando lluvia, pero decidimos cambiar de valle para ver si el tiempo cambiaba. Y de hecho cambió, pero a peor. Durante la aproximación en coche el cielo se volvió completamente negro, cayéndonos unos chaparrones que por momentos hizo que nos planteásemos hacer algo ese día. Pero es que a los pocos kilómetros la lluvia cesaba y nos daba esperanzas. Durante el camino vemos grandes naves con las paredes agujereadas que se utilizan en esta comarca para el secado de los pimientos, del que luego sale el afamado pimentón de la Vera.
Cuando llegamos a Madrigal preguntamos a un señor por donde se encuentra la zona de baño del Recuéncano, lugar hacia donde debemos de ir. Nos muestra el camino, pero nos dice que es complicado el acceso y que vayamos preguntando de vez en cuando. Y así lo hacemos, preguntamos más adelante a otro señor que pasea con su perro y este nos indica que  debemos seguir hasta encontrarnos con "Chus el cabrero".
Hay multitud de pistas y desvíos, y cuando creemos que estamos perdidos vemos un coche que circula delante de nosotros. Como si de una  persecución cinematográfica se tratara emprendemos su caza, hasta ponernos detrás de él y casi casi echarle de la carretera, hasta que los dos señores que viajaban en él se percataron de que les queríamos preguntar algo. Muy amablemente pararon la furgoneta y nos mostraron en la lejanía la Garganta y hasta donde debíamos de llegar. Cuando llegamos a la cabaña que nos han señalado, preguntamos si esas son las casas del Alcornocal (lugar donde tenemos que dejar el coche), respondiéndonos afirmativamente el que nosotros creemos que es Chus el cabrero. Mantenemos una conversación con él, explicándole que somos de Cantabria y que les hemos traído la lluvia, a lo que nos responde con un buen acento extremeño:  "Antes podíais haber venido, que hace mucha falta el agua. Lleva cuatro meses sin llover". Gentilmente nos muestra el camino que debemos de seguir. Seguimos con el coche un poco mas adelante y aparcamos al lado de unos paneles solares. Nos cambiamos y empezamos la aproximación a pie.


Nos adentramos en un bosque de robles, y después de algún despiste y tener que preguntar a otro vecino damos con el camino bueno. Cogemos un sendero ascendente que al principio va al lado de una acequia de riego, para luego ganar altura rapidamente entre la maleza. Mas adelante el sendero se vuelve más cómodo y atravesamos una portilla antes de cruzar el arroyo del Molinillo. Subimos la empinada cuesta que tenemos delante, siguiendo los hitos y quedando el valle de la Hoz a nuestra izquierda. Más tarde nos adentramos en un denso bosque mediterráneo, en el que tenemos algún despiste y nos desorientamos entre la intensa niebla que nos acompaña durante toda la subida. Por fin después de casi dos horas de aproximación logramos bajar al cauce del río, aunque no sabemos muy bien si en el comienzo del barranco o un poco mas abajo. De todas maneras, nos cambiamos para comenzar con el descenso en ese lugar.


La Garganta de la Hoz nace de la unión de distintos arroyos, algunos de los cuales nacen cerca de 2000 metros de altitud, el arroyo de la Lucia y del Gargantón. Se unen estos dos arroyos para encontrarse mas abajo con los de Malezas y Vivillas, ya en la cota de 1150 metros, punto a partir del cual empieza a denominarse Garganta de la Hoz. Recoge una cuenca muy amplia y aporta un gran caudal a la de Minchones. Es una garganta que discurre por una zona muy encajonada, siguiendo una fractura muy profunda que junto a la acción del agua han tallado una de las gargantas más espectaculares de la Vera, parte de la cual esta entallada entre paredes verticales de más de 30 metros de altura.
Comenzamos el descenso en una zona abierta con bastantes bloques que se salvan con destrepes y pequeños saltos. Al principio nos da pereza el hacerlos pero poco a poco nos vamos animando, incluso Mónica, que realiza aquí sus primeros saltos de importancia. Pronto la garganta se encajona y las pozas se hacen más profundas. El primer rápel que hacemos  es de unos 15 metros, muy tendido y termina en una gran badina.



Superado este rápel decidimos que ha llegado la hora de papear algo, así que nos ponemos manos a la obra, o mejor dicho, manos al embutido, chocolate y demás viandas.


A partir de aquí las posibilidades de escape se reducen mucho. Más adelante tenemos que montar otro rapel de unos 6 metros. Lo hacemos montando un pasamanos por la izquierda, pues la reunión de la derecha esta bastante expuesta para llegar a ella.


Continuamos nuestra marcha hasta llegar a una zona muy estrecha en donde encontramos el tercer rápel de unos 5 metros, sin dificultad y que nos deja en un lateral de la poza que tendremos que cruzar a nado posteriormente.


Muy cerca encontramos el cuarto y último rápel que montamos, de unos 8 metros de altura y cuyo final es volado.


Al terminar esta zona estrecha, la garganta se abre y se suceden pequeños toboganes y destrepes entre un gran caos de bloques, hasta llegar a la zona de baño del Recuéncano. Aquí nos encontramos con un espectacular y sencillo tobogán de unos 5 metros que repetimos más de una vez.


Se nos esta haciendo tarde y nos cuesta dejar el lugar. Además el sol hace apto de presencia, pero esta situación es muy efímera. Seguimos destrepando la amplia garganta entre  bloques  y algunos tienen la suerte de ver cabras montesas entre la vegetación de las orillas. Cuando vemos que las altas paredes de nuestra izquierda nos permiten la salida, lo hacemos. El descenso nos ha llevado casi 4 horas, en las que nos lo hemos pasado genial y hemos disfrutado de un entorno precioso. Justo a la salida del barranco a Ali le da un mareo, y es que dice que no le ha sentado muy bien la comida y el entrar luego a las frías aguas de la garganta. Cogemos un sendero que sale a una pista y  en apenas media hora estamos en las casas del Alcornocal. Ya tan solo nos queda a Fonso y a mi subir hasta donde hemos dejado la furgoneta para luego volver a recoger a nuestros compañeros.
Cuando llegamos donde ellos, vemos como en la dirección que debemos de tomar con el coche se esta poniendo el cielo completamente negro, llegando a ver como cae algún rayo. Mientras nos cambiamos ya empiezan a caer las primeras gotas, pero cuando nos dirigimos a  Madrigal de la Vera, en donde hemos quedado con el segundo grupo, nos cae una gran tormenta de granizo. Cuando llegamos al pueblo les encontramos tomando un café en una terraza, viendo la que esta cayendo. Con este tiempo, y como el primer barranco nos ha llevado más tiempo de lo que pensábamos, decidimos que lo mejor es ir de turismo e ir a visitar el  Monasterio de Yuste, que se encuentra cercano a la localidad de Cuacos de Yuste. En este monasterio fue a pasar sus últimos días Carlos V después de renunciar a su cargo.


Tras la visita, emprendemos el largo y tortuoso camino de vuelta en coche, que a mas de uno lo costo un buen mareo. Y es que escogemos la carretera que va por la sierra, atravesando los pueblos de Garganta la Olla y Piornal. Justo en este pueblo me toca hacer  un poco de Carlos Sainz, pues nos encontramos con la procesión de jueves santo, a la que superamos atajando por las callejas del pueblo, superándola por escasos metros bajo la atenta mirada de los feligreses. Pero al llegar a Cabezuela del Valle nos encontramos con otra procesión y esta vez no logramos esquivarla. Así que nos bajamos a tomar algo, coincidiendo con antiguos miembros del club y Carmen, que también se han acercado al Jerte para bajar cañones.
Acabado el atasco continuamos hasta el camping, en donde por fin poder darnos una ducha y hacer una buena y merecida cena.

       





martes, 17 de abril de 2012

Garganta de las Nogaleas. Navaconcejo (Valle del Jerte)



Como la gran mayoría del grupo se ha decantado por no hacer el segundo barranco del día, hacemos un cambio de coches, yéndonos en la furgoneta de David, y sin quitarnos los neoprenos los cuatro que haremos el descenso de las Nogaleas.
Nos dirigimos hasta Navaconcejo, en donde cruzamos un puente y seguimos las indicaciones que nos llevan hasta el comienzo de la ruta senderista de las Cascadas de las Nogaleas. Dejamos el coche en el aparcamiento y ya caminando seguimos la carretera hacia arriba, para al poco desviarnos a la izquierda por el camino balizado de la ruta. Remontamos la garganta por el sendero bien marcado, escalonado y protegido por barandas, hasta llegar en apenas 15 minutos a la altura de una presa, lugar donde comienza el descenso.


En el trayecto de subida el sol sale con fuerza, pero esta situación solo dura unos minutos, volviendo al poco rato las nubes a ganarle la partida. Durante todo el camino nos encontramos a numerosos turistas que andan por el sendero visitando las cascadas, y es que el acceso al barranco es muy sencillo.
Nos cambiamos y de inmediato comenzamos el descenso con un rápel de 25 metros, justo debajo de la presa, tumbado pero resbaladizo. Continuamos con un destrepe de unos 3 metros y dos pequeños rápeles de 7 y 4 metros respectivamente.


Para acceder a la primera gran cascada, evitamos el montar otro rápel de 4 metros, puesto que se puede destrepar con facilidad para acceder a la repisa donde se encuentra el anclaje. Esta cascada tiene 22 metros y la descendemos bajo la atenta mirada de varios turistas que están haciendo el descenso paralelos a nosotros, pero por fuera del cauce.


En la reseña pone que se tarda unas 3 horas en descender el barranco, pero  nosotros llevamos un ritmo muy bueno, y ni no nos llevará ese tiempo ni de casualidad. Aprovechamos para sacar unas cuantas fotos antes de seguir con el descenso. Ya tan solo nos queda un rápel tumbado de unos 15 metros que nos deja en la cabecera de la última cascada, de 20 metros.


En 1 hora y 10 minutos hemos terminado con este descenso, en el que el entorno y la frondosidad de la vegetación nos traslada a lugares más propios  del norte peninsular,  y eso que hemos ido muy tranquilos y realizando muchas paradas para fotos. Tan solo nos dimos algo de prisa cuando comenzó a caer un chaparrón, pero que tan solo duro un par de minutos. En apenas 5 minutos estamos de nuevo en el aparcamiento, dispuestos ahora sí, a dirigirnos al camping para darnos una merecida ducha caliente y posteriormente tomar unas buenas birras en compañía de nuestros compañeros, que ya nos tienen preparada gran parte de la cena.
Después de cenar hacemos un poco de sobremesa regada por una buena crema de orujo lebaniega, pero enseguida nos marchamos a la cama, puesto que al día siguiente tenemos otra larga jornada por delante.

       

lunes, 16 de abril de 2012

Garganta de los Papuos. Jerte (Valle del Jerte)



Por fin después de muchos preparativos y una larga espera, llego el ansiado puente de semana santa. Para estos días de vacaciones habíamos planeado un viaje a tierras extremeñas, más en concreto a los valles del Jerte y la Vera, situados al norte de la provincia de Cáceres. Las previsiones meteorológicas no eran demasiado buenas para todo el puente, más bien eran pésimas, pero eso no iba a hacer que cambiásemos de destino.
El martes día 3 de Abril, después de salir de currar y terminar de preparar los trastos (anda que no llevamos material) pasamos Ali y yo a buscar a Fonso por su casa. La furgoneta se va llenando de material, ropa, comida, etc, y nos planteamos si nos va a entrar el resto de cosas de los compañeros que faltan de recoger. Nos vamos hasta Maliaño, en donde cogemos a Paula a la salida de uno de sus curros, menos mal que su material ya estaba con el de Fonso, y más tarde nos dirigimos hasta Ojaiz, en donde nos esperan Chus y Mónica. Metemos las maletas como podemos en la furgoneta, y a eso de las 18:00 horas emprendemos por fin el viaje. Llamamos a David y Azu para ver donde se encuentran, pues ellos han salido unas horas antes, al igual que Oscar y Naghy que también habían salido por la mañana. En total somos 10 miembros del club los que vamos a Cáceres con intención de hacer unos cuantos barrancos, algo de turismo, senderismo, etc, pero sobre todo de pasárnoslo muy bien.
El viaje se hace bastante rápido y ameno, disfrutando de un tiempo muy inestable, que fue desde la niebla muy intensa que tuvimos en Reinosa, hasta el sol en Palencia, pasando por las varias granizadas  y fuertes aguaceros que nos cayeron durante el camino. Hacemos tan solo una parada para cambiar de conductor y estirar un poco las piernas, y aproximadamente sobre las 22:45 horas estamos en el Camping Valle del Jerte, lugar donde nos alojaremos. Saludamos a nuestros compañeros, que ya han localizado el bungalow que nos han reservado, cenamos algo y preparamos el plan para el día siguiente, en que si todo sale bien descenderemos la Garganta de los Papuos y la Garganta de las Nogaleas.
El día amanece triste, con una niebla intensa que apenas deja ver nada, pero no llueve y después de tomar un buen desayuno y preparar todo el material nos vamos hasta el pueblo de Jerte, lugar donde esta el acceso a la Garganta de los Papuos.
Tomamos la pista hormigonada que sube junto a la oficina de turismo y la seguimos hasta un cruce en el que tomamos la pista de la derecha. A los pocos metros cogemos otra pista a al derecha que baja al barranco de los Hoyos, cruzamos el cauce y cuando la pista se empieza a poner mal para nuestras furgonetas, decidimos aparcar en un ensanchamiento que hay justo antes de llegar a la extraña referencia que tenemos para saber que vamos por el buen camino, una lavadora empotrada en un muro.


Decidimos hacer el resto del camino de aproximación andando desde este lugar. Continuamos ascendiendo por esta pista, que discurre entre cerezos, y que suponemos debe de tener unas buenas vistas de todo el valle, pero es que la intensa niebla no nos permite ver mas allá de un centenar de metros. Más tarde la pista se interna en un bosque de robles en donde vemos un apartadero, lugar al que tendríamos que haber llegado con el coche.
Continuamos por la pista hasta llegar a una portilla, la superamos y seguimos  ascendiendo. Después de un buen rato andando creemos que nos hemos equivocado y hemos dejado algún desvío atrás, así que Ali y yo nos adelantamos para ver si estamos en el buen camino. Tardamos algo en dar con él. Hay que llegar hasta un desvío a la derecha por una pista bastante más abandonada que la que hasta ahora llevábamos. Al poco esta pista se acaba junto a una pequeña fuente. Esperamos la llegada de nuestros compañeros justo en el desvío de la pista principal, y después de hacer un pequeño descanso continuamos el camino. Después de pasar la fuente la pista se convierte en un sendero que faldea la montaña, y ponemos mucha atención en seguir los hitos y no bajar antes del comienzo del barranco. Este está marcado por una placa colocada en un gran bloque redondeado en mitad del cauce. En total la aproximación nos ha llevado 1 hora y 30 minutos.
Terminamos de cambiarnos en medio de una fuerte niebla y comenzamos con el descenso.
Comenzamos con un rápel de 24 metros al que le sigue un pequeño tobogán de 3 metros. El andar por el cauce del río es todo un reto, pues vamos pegando continuamente resbalones, y eso que casi todos llevamos botas especificas de barrancos.


Pero es que el granito en el que esta escavado el barranco está muy pulido y resbala una barbaridad. Luego nos encontramos con un rápel de 22 metros tumbado,  y un tobogán de 10 metros que algunos hacemos y otros destrepan por la derecha. Más tarde nos encontramos con dos rápeles más de 8 y 11 metros respectivamente antes de llegar a la estrella del descenso, el Chorro de la Ventera, una cascada que se salva con un rápel de 30 metros, aunque se puede fraccionar para evitar el roce utilizando unos anclajes situados en una pequeña repisa. Y es que todo el barranco está perfectamente equipado, pudiendo montar numerosos pasamanos y rápeles guiados en caso de que el río vaya crecido.

                     

Superado el Chorro de la Ventera, tenemos un tobogán de unos 8 metros muy divertido y más adelante un nuevo rápel de 17 metros al que sigue un destrepe de unos 8 metros evitables por la derecha. Justo después de este obstáculo aprovechamos para picar algo antes de continuar con el descenso, que nos esta gustando mucho, y eso que el tiempo no acompaña, pues la niebla no acaba de desaparecer e incluso durante el descenso nos cae alguna gota de lluvia que pronto cesa.


Ya tan solo nos quedan tres rápeles, uno de 6 metros que evitamos por la derecha y otros dos de 11 y 10 metros respectivamente. Al pie de este último vemos la placa que nos informa del fin del equipamiento del barranco. Ya tan solo nos queda seguir el cauce del del río bajo un tímido sol, por un entretenido caos de bloques hasta llegar al puente de los Papuos. El descenso nos ha llevado unas 4 horas y media, y eso que eramos 10 "canicones perdidos en la niebla".


Desde el puente de los Papuos tomamos la pista ascendente que sale a la derecha, hasta llegar a un cruce. Aquí unos deciden seguir caminando en horizontal hacia una cabaña, intuyendo que ahorraran camino hasta donde hemos dejado el vehículo, mientras otros (Chus, Fonso, Mónica y yo) decidimos hacer lo que marca la reseña y seguir subiendo hasta el aparcamiento del robledal, para luego regresar por el camino de ida.
Cuando llegamos al coche nos extraña que no estén allí, pero al cabo de unos minutos aparecen explicándonos que se han desorientado entre tanto cerezo, y que además hay gente que viene muy cansada.
Como resumen decir que la Garganta de los Papuos es un barranco esculpido en duro granito, variado, deportivo y completo, con rápeles, toboganes, saltos,etc, y que  junto con la Garganta de la Hoz, fueron los dos barrancos que más me gustaron de todo el viaje.
El tiempo parece que nos está respetando, así que nos proponemos el ir a descender el segundo barranco del día, la Garganta de las Nogaleas, situada en Navaconcejo. Al final el frío y el cansancio echan a gran parte del grupo para atrás, apuntándonos tan solo Alicia, David, Fonso y yo.