Presentación

Este es el blog de Carlos y Alicia, en donde os mostraremos las salidas a la montaña que realicemos solos o con nuestros compañeros y amigos.

martes, 21 de mayo de 2013

Monográfico de Iniciación a la Fotografía Subterránea (Soncillo)


           El pasado 11 y 12 de mayo, se celebró en Soncillo (Burgos) un Monográfico de Iniciación a la Fotografía Espeleológica, impartido por varios fotógrafos del equipo de Espeleofoto al cual asistimos varios miembros del club. Durante este encuentro se impartieron técnicas de iluminación y procesado. También se dedico una jornada a la realización de fotografías por parte de los 12 fotógrafos participantes en la cueva burgalesa de Paño. 
           La organización corrió a cargo de la Federación de Espeleología de Castilla y León, G. E. Niphargus y G.E. Merindades.
           En esta galería fotográfica podemos ver como se desarrollo este encuentro y las fotos realizadas dentro de la cavidad.

                       http://www.flickr.com/photos/rupo/sets/72157633484451139/show/

           A continuación la cónica que ha realizado Antonio del encuentro, en la que cuenta como se desarrollo el monográfico. En nuestro caso decidimos apuntarnos al curso de paisaje y panorámica que impartían Sergio Laburu y Sabino Orbegozo del grupo Felix Ugarte Elkartea.

 
  
                    Texto: Antonio                                                Fotos: Carlos y Alicia
Hay veces en que la fotografía puede considerarse un arte de caza.  Es lo que se suele llamar un safari fotográfico. Sin embargo si en vez de cazar imágenes de animales -o personas- cazamos imágenes de rocas o cristalizaciones es más difícil entrever el safari.  Ahora bien, a veces estas rocas y cristales se encuentran escondidos en un rincón remoto del mundo subterráneo. Entonces capturar una imagen de éstos cobra, de nuevo, la fisonomía de un salvaje safari. Es por eso que algunos antiguos exploradores del mundo subterráneo se convierten, llegado el tiempo, en fotógrafos. El reto ha cambiado pero sigue siendo un reto.
Desde hace muchos años intento hacer fotos que reflejen la belleza del paisaje subterráneo y sus detalles. Sin embargo si ya me resulta difícil realizar una buena toma a la luz del día, cuando estoy entre sombras y luces duras -en una galería o en una sala- es muy difícil plasmar lo que mi ojo percibe. Por eso la iniciativa de Espeleofoto es digna de alabanza doblemente: primero por afrontar con paciencia la dificultad de enseñar las técnicas y materiales necesarios para realizar una buena toma. Y segundo, pero tan importante o más que lo anterior, la generosidad de decidir compartir  conocimientos que han sido aprendidos con esfuerzo de ensayo y error a lo largo de años. Y que en definitiva podrían significar -para unos pocos- un beneficio económico o, simplemente, cierta dosis de prestigio.
Me apunte al cursillo de fotografía en Soncillo por varias razones. Aparte de aprender a hacer fotografías subterráneas, la principal razón fue que conocía a un miembro de Espeleofoto desde hace bastante tiempo. Había seguido una trayectoria en los últimos años que le había llevado a realizar fotografías de una gran calidad. Esto me animó a apuntarme y también el hecho de que fueran varios miembros de mi club: Carlos, Alicia, Juan y Nacho. Parece claro que la fotografía subterránea suscita un interés renovado. Además desde que las cámaras digitales dominan la situación hemos visto como se potenciaba la capacidad de realizar lo que nuestro ojo percibe o la foto que imaginamos. Seguramente veremos como se multiplica, en los próximos años, el número de fotógrafos subterráneos y la calidad de sus trabajos.


 El Albergue de Soncillo es un lugar excelente para realizar un cursillo de este tipo. Poco después de las diez nos reunimos en un aula acogedora y se formaron tres grupos: uno de iniciación a la fotografía subterránea, otro de paisaje y panorámica (en teoría el más avanzado) y un tercero, que dirigió Rupo, de fotografía de distancias medias/detalle. Me apunte a este tercero porque consideré que si uno no es capaz de iluminar adecuadamente un entorno de cinco metros menos lo será de fotografiar una gran sala de cincuenta o cien metros.
Nos movimos hasta Puentedey y por una pista, apta para turismos, ascendimos unos pocos kilómetros por Sierra Llana hasta las inmediaciones de la Cueva del Paño. El ambiente era primaveral, pero muy frío para mediados de Mayo. Nos cambiamos de indumentaria junto a los coches y al borde de un hermoso campo de cereales. Desde aquí hasta la cueva sólo tuvimos que caminar diez minutos por una senda entre encinas. Hacía sol y como los preparativos se prolongaban me tumbe junto a la sombra de una encina a soñar plácidamente.
Una rampa embarrada que podría destreparse con sumo cuidado y un pequeño pozo instalado con una escalerilla nos depositaron en una galería mediana. Dejando todos los talabartes de progresión vertical continuamos por un sistema de laminadores que enseguida nos condujo a la galería principal de la cueva. En ésta las formaciones en techo, paredes y suelo se suceden sin pausa: es una cueva muy concrecionada y de una belleza notable.


La primera foto se realizo cerca del comienzo de la galería: cada cursillista realizo una foto disparando bastantes tomas para buscar la mejor iluminación. Una estalagmita particularmente llamativa me sirvió como tema y como elemento humano posó Blanca, la única chica de los cinco cursillistas. Un poco más allá fotografié  un conjunto de gours rodeados de corales. De nuevo fue Blanca la humanidad en la roca. Después nos trasladamos a una zona más lejana, cerca del final de la galería. Allí cada cursillista volvió a realizar, por turno, una foto con todas las tomas que fueron necesarias. Los flashes se recolocaban y se graduaban varias veces bajo la dirección de Rupo. Con todo esto se nos hicieron cerca de las ocho de la tarde. Así que nos pusimos en marcha para salir.
Fuera era de día aún. Incluso después de las esperas para que todos llegaran a los coches y al Albergue seguía siendo de día. La hora de cenar (por cierto: nada especial la cena del albergue) se convirtió en una ocasión ideal para entablar relaciones sociales y formular proyectos para el futuro próximo. Mientras el resto de cursillistas se quedaba a trabajar el domingo con el retoque fotográfico yo y Nacho nos bajamos esa misma noche hacia Cantabria. Seguía haciendo un frío especial para ser Mayo.

                 

viernes, 10 de mayo de 2013

Joz de Colín


Animados por unas buenas previsiones meteorológicas para todo el pasado fin de semana, decidimos desplazarnos hasta Asturias (Alicia, Jesús y yo) para descender el barranco de la Joz de Colín, descenso que tenía en mente desde hacia mucho, pero que por una u otra razón todavía no conocíamos. En Arriondas  nos esperaba Lolo, que sí conocía el barranco y nos había hablado muy bien de él. Llegamos muy temprano a la cita, y durante el camino nos extraño mucho el que Lolo no nos cogiera el teléfono tal y como habíamos quedado. Hicimos tiempo tomando un café y dando un paseo por el pueblo, pero nuestro amigo seguía sin dar señales de vida y no contestaba nuestras llamadas. Superada la hora a la que habíamos quedado, cuando ya nos marchábamos un poco preocupados a otro barranco, recibimos su llamada. ¡¡¡ Tenía el movil en silencio !!! y no se había enterado ni de nuestras llamadas, ni de la hora que era. Afortunadamente, todo quedó en esta absurda situación.


Nos reunimos con Lolo en Cangas, y después de echarnos unas risas por lo cómico de lo sucedido, cogimos dirección  al Puerto del Pontón hasta llegar a Camporriondi, en donde dejamos el primer coche junto  a la central eléctrica, pues la combinación de vehículos es obligatoria. Nos ponemos a cambiar y preparar las cosas, y otro nuevo sobresalto. ¡¡¡ Alicia ha olvidado las botas de barrancos en casa !!! Tras barajar varias opciones, entre las que estaba bajar con sus botas de piel de borreguillo, decidimos que lo mejor era que le dejara mis botas de montaña, que le sujetarían  el tobillo y le harían el descenso más cómodo.


Con todo ya preparado (aún con dudas de si nos pasaría algo más) volvemos hasta la localidad de Precendi, en donde cogemos una carretera estrecha y sinuosa que gana altura rápidamente, y nos lleva hasta el pueblo de San Román, en donde aparcamos el coche en una pequeña plaza.
Ya andando, nos acercamos hasta la iglesia, desde donde ya vemos la Riega Colín a nuestros pies. Guiados por Lolo bajamos al cauce, para ir buscando senderos poco marcados por sus orillas que nos permiten avanzar hacia el comienzo del barranco. En varias ocasiones tenemos que cruzar la riega y otras muchas decidimos caminar por ella e incluso realizar algún pequeño tobogán. Dejamos a nuestra izquierda un primer rápel, haciendo continuos destrepes hasta llegar al punto en donde el barranco se encaja y comienzan los rápeles, después de casi una hora de aproximación.


Tan solo un par de rápeles después de comenzar el descenso ya estamos asombrados con la belleza del lugar, y eso que las aguas no están todo lo limpias que desearíamos y el caminar por el cauce se hace difícil, pues es un barranco muy resbaladizo.


Uno a uno van cayendo los pequeños rápeles (en los que era complicado mantenerse de pie) los resaltes, los toboganes, etc, dentro de una garganta muy bien configurada y de altas paredes.


El barranco es muy encajado, con secciones realmente estrechas y los rápeles y destrepes son bajo regada, por lo que el contacto con el agua es continuo.


Superado el octavo rápel el cañón se abre, encontrándonos con gran cantidad de resaltes, una pequeña cueva a la que echamos un vistazo y numerosas pequeñas cascadas antes de llegar a la  unión con la Joz de Guspiagu.


Desde este punto nos queda algún pequeño rápel más, y por nuestra cabeza pasan pensamientos acerca de la tubería a presión que conduce las aguas a la central eléctrica, y del aliviadero de presión que vierte caudal a la Riega Guspiagu. El sistema de suelta de caudal es automático y en caso de abrirse por cualquier circunstancia pudiera causar una catástrofe. Esta es una cuestión a tener muy en cuenta.......

                           

Superado el último rápel el barranco se abre definitivamente, para más adelante encontrar el cauce canalizado. Salimos a nuestra derecha y en poco tiempo caminando por la pasarela de mantenimiento del canal, llegamos de nuevo a la central eléctrica y al lugar en donde dejamos el primer coche, con muy buenas sensaciones y habiendo disfrutado mucho de este precioso barranco, en el que el buen tiempo, la mejor compañía, el abundante agua que nos acompañó durante todo el descenso y el no tener ningún contratiempo más, hicieron que pasásemos una jornada inolvidable.

               

jueves, 2 de mayo de 2013

Sesión Fotográfica con Victor Ferrer y Ademco



El pasado viernes 26 de abril, asistimos a las charlas que el club ADEMCO de Colindres había organizado para ese día. En concreto vimos las charlas de Victor Ferrer sobre las "Cuevas y Simas del Mediterraneo" y la de Javier San Miguel sobre el "Aconcagua". Más tarde, mientras degustábamos unos canapés cortesía de la organización, nos surgió la ocasión de poder acompañar a varios miembros del ADEMCO y al reputado fotógrafo Victor Ferrer, a una sesión fotográfica que realizarían a la mañana siguiente en la Cueva Coventosa. Alicia y yo no lo dudamos un momento y aceptamos rápidamente la invitación, dando desde aquí las gracias a los chicos del ADEMCO por dejar que les acompañásemos a la mañana siguiente.


Quedamos sobre las diez en el aparcamiento de Val de Asón y entre granizadas y momentos de sol, nos cambiamos como buenamente pudimos. Afortunadamente, durante la corta aproximación hasta la cueva el tiempo nos respetó y pudimos entrar secos.


Una vez dentro y después de bajar varios pozos, nos fuimos hasta la zona de La playa, en donde Victor Ferrer sacó por fin la cámara y comenzó con el recital fotográfico. Nos distribuía por la amplia sala hasta conseguir una buena iluminación, para más tarde inmortalizar el momento realizando fotos en 3D y mostrarnos a todos los excelentes resultados obtenidos, dejándonos con la boca abierta.


Más tarde nos desplazamos hasta la Sala del Macarrón en donde continuamos con la sesión y aprovechamos para comer algo.


Entre foto y foto, buen ambiente y muchas risas, el tiempo se estaba pasando volando, así que decidimos ir saliendo poco a poco hacia el exterior, pero Victor quería aprovechar hasta última gota de carga de sus baterías y parte del grupo nos desplazamos hasta la Sala de los Fantasmas, mientras otros decidieron ir saliendo hacia el exterior.


Ya con las baterías totalmente agotadas, por nuestra mente solo pasaba una cosa, tomar una buena cerveza, así que rápidamente salimos hasta el exterior en donde nos esperaba el resto del grupo, nos cambiamos a toda pastilla para evitar otra gran granizada y nos fuimos hasta Arredondo para saciar nuestra sed, dando de esta forma por acabada una  inolvidable jornada en compañía de uno de los grandes de la fotografía subterránea española y de la gente del ADEMCO, a los que tengo que volver a agradecer el que nos permitieran asistir a esta sesión.  
¡¡¡ Muchas gracias chicos !!!

                 

miércoles, 1 de mayo de 2013

Jargu - Cuñaba - El Joraco - Minas de Argayón

                                           Texto: Jesús                                        Fotos: Carlos y Alicia

Continuamos con el buen tiempo en Cantabria y eso hay que aprovecharlo, por lo que nos pusimos en contacto con Carlos & Ali para ver que tenían en mente, la idea era realizar una ruta muy sencilla desde el Desfiladero de la Hermida hasta Cuñaba.
El punto de partida de nuestra ruta es fácilmente reconocible, un par de kilómetros antes de llegar al cruce que nos conduce a Cuñaba, nos encontramos con una marquesina de piedra, allí  estacionaremos nuestro vehículo y nos toparemos con un cartel informativo del comienzo de la ruta.
Hasta hace unos pocos años, esta era el único camino para acceder desde el Desfiladero de la Hermida al municipio, corta pero bonita senda, apta para todos los públicos, aunque eso sí, las primeras revueltas a que se ve obligado el camino para salvar la primera parte de la peña, no son precisamente llanas.


La ruta asciende por un sendero muy sencillo, recientemente recuperado, por lo que se encuentra en buenas condiciones, casi sin darnos cuenta la carretera se ensancha y ya al fondo podemos divisar el pueblo de Cuñaba, tras atravesar un bonito castañar, nos topamos con las primeras casas.


Como aún era pronto decidimos ascender al Cueto de Cuñaba y  a el Joraco, que es visible desde la carretera de acceso a Cuñaba, con un puente rocoso sobre el que 
han instalado una cruz, tal es su fama, que la cumbre de la montaña pasa casi desapercibida.
Partimos desde el pueblo por la carretera principal, cuando llegamos al Castañar de las Joyaquinas, comenzamos a subir a través de él, a partir de aquí el camino desaparece y tenemos que improvisar  la mejor forma de llegar a la cumbre. Los primeros dos tercios de la ascensión son bastantes cómodos, pero en el último tercio la pendiente se pronuncia y nos exige un mayor esfuerzo físico.


Una vez en el Joraco (598m) lo primero que hicimos es asomarnos a la ventana, desde allí, disfrutamos de unas maravillosas vistas del desfiladero, seguidamente, buscamos la mejor forma de escalarlo y aunque en la documentación que disponíamos recomendaba la parte derecha, nosotros ascendimos por la izquierda sin demasiada dificultad, una vez arriba inmortalizamos el momento junto a una cruz.


Tras un pequeño aperitivo en la cumbre, descendimos por el mismo camino hasta el castañar, ahí barajamos las diferentes posibilidades, la más popular, bajar al bar de Cuñaba para comer y beber y la segunda opción subir a las minas de Argayón.
Decidimos la segunda opción y pusimos rumbo a las minas, para llegar a ellas, simplemente hay que seguir una pista que parte desde el castañar hacia la derecha, el camino nos conduce a Bores, pero las minas se encuentran a medio camino.


Las Minas de Argayón  están desde hace mucho tiempo en desuso, son un complejo de varias pequeñas bocas de las que se extraía Manganeso, intentamos entrar en alguna, pero estaban algo encharcadas, solamente los más aventureros, Carlos & Ali, se aventuraron a entrar en una de ellas. Nos comentaron que se encontraron restos de animales y mucha basura, cosa normal, dado que en muchos pueblos las cuevas se utilizaban como vertederos.


La explotación minera de Argayón  fue el lugar  elegido para comer el bocata, de ahí regresamos por el mismo camino hasta el Desfiladero de la Hermida, lugar donde se encontraba nuestro vehículo.