Presentación

Este es el blog de Carlos y Alicia, en donde os mostraremos las salidas a la montaña que realicemos solos o con nuestros compañeros y amigos.

sábado, 30 de agosto de 2014

Marcha de San Vicente - Ruta del agua


Os dejo unas fotos de la marcha que hemos realizado hoy durante las fiestas de San Vicente en Lloreda de Cayón. Al final unas 50 personas hemos pasado una buena mañana por las pistas y senderos del pueblo. Utilizamos el camino conocido por todos de subida a Miera, para una vez en la pista de Carcabal desviarnos hacia el punto más bonito e interesante de la ruta, una presa que hay en la cabecera del río Suscuaja, desde donde se canalizaba el agua para generar electricidad en una pequeña estación situada en la Fuente San Jacinto. Esta electricidad era más tarde vendida a los pueblos de Lloreda y Esles.
La vuelta al pueblo la realizamos por el Pindio, Corra y la pista que une Lloreda con Bascoña.

               

Este es el recorrido realizado, algo más de 14 kilómetros, finalizando justo a tiempo para que la comisión nos premiase con una buena paella.    

      
                             

jueves, 28 de agosto de 2014

Ruisseau de Planfaé


Octavo y último día por Alpes marítimos, hoy vamos a descender el Ruisseau de Planfaé, un bonito y pequeño barranco ideal para la iniciación. Después de desayunar y realizar todo el ritual de recoger las cosas salimos de Coaraze en dirección al Col de Saint-Roch, dejando el primer coche nada más pasar el puente sobre el Ruisseau de Planfaé. Con la otra furgo subimos unos 3 kilómetros, encontrando a mano derecha un buen lugar para dejarla estacionada.
Un numeroso grupo de barranquistas franceses nos adelantan en la salida, saliendo nosotros antes que otro pequeño grupo. Al final todos coincidiríamos en el barranco y gracias a ellos pudimos realizar interesantes saltos y toboganes (de hasta 13 metros) que de no haber coincidido con ellos no hubiésemos realizado.

                           

Al comienzo la subida hacia el barranco se hace dura hasta llegar a un collado, pero luego el camino es en bajada, siguiendo un sendero que en poco más de 25 minutos nos dejó en el cauce.


Comenzamos el descenso con destrepes, rápeles y pequeños saltos que no sondeábamos primero, pues nos fijábamos en donde saltaba el grupo que iba delante. El ritmo que llevábamos era más lento, pero ganábamos en diversión.


El barranco tiene bonitos pasillos intercalados con zonas abiertas. En uno de esos bonitos pasillos encontramos el punto más característico del barranco, un bonito puente de roca natural que hay que superar por debajo.

                           

Llegamos a una cascada de 12 metros, vemos como varios miembros del grupo de franceses saltan y otros hacen un tobogán bastante cañero. Nosotros no nos animamos ni por una ni otra idea, preferimos rapelar, pero llega el otro grupo y nos animan a realizar el tobogán, animándome tan solo yo con él.

                           

Después de soltar adrenalina en esta cascada continuamos con el descenso, encontrando un poco más de lo mismo, pasillos inundados, pequeñas cascadas y saltos.


El cañón poco a poco se va abriendo llegando a la última cascada. Esta se puede destrepar, rapelar o realizar otro largo tobogán.


Superada esta cascada tenemos un corto y soso recorrido hasta encontrar a mano derecha la salida del barranco, llegando a los coches en apenas unos minutos.


Este fue nuestro último barranco en estas vacaciones veraniegas, dejándonos un buen sabor al ser divertido y estético.

                           

Subimos a recoger el coche de arriba, picamos algo con nuestros amigos José Mari y Luisa y nos despedimos de ellos, los dejamos solos al pie del cañón (nunca mejor dicho). A nosotros nos esperaba un largo camino de vuelta a casa, en donde sufrimos algún pequeño percance con el dichoso GPS, sufrimos un gran atasco en un peaje, algún despiste, etc, pero al final volvimos a casa "incólumes", habiendo disfrutado de una experiencia inolvidable y de una preciosa zona de barrancos que da mucho juego. Esperemos algún día poder volver a la zona a realizar otro buen puñado de descensos ( 13 fueron esta vez) y realizar aquellos que nos quedaron pendientes. AMEN.

                   

miércoles, 27 de agosto de 2014

Vallon de la Maglia

                             

Texto:Alicia

Día 7, despertamos a las 8 de la mañana y nos hacemos los remolones hasta la las 8:30, desayunamos y damos un pequeño paseo por el pueblo visitando la oficina de turismo. Nos ponemos en marcha y abandonamos el pueblo, pasando de largo el cruce que sube al Col de Brouis. Pocos metros más adelante encontramos el lugar de aparcamiento del primer coche, nada mas pasar un puente.
Con el segundo coche volvemos hacia atrás, tomando la carretera que sube hacia el Col de Brouis, para más adelante encontrar en desvío a mano derecha que se dirige a la Maglia. Esta carretera es muy estrecha, teniendo que circular por ella varios kilómetros hasta llegar al aparcamiento superior, bien indicado con los carteles del barranco. Afortunadamente no nos encontramos a nadie en la subida, pudiendo aparcar bastante bien arriba, pues hay bastante espacio e incluso un baño publico que parecía del oeste.

                             

Cogemos el camino descendente de acceso al barranco, que en apenas 15 minutos nos dejo en el cauce. Casi al llegar al río vemos un cartel que nos avisa de un peligro en el rápel 12, justo antes de la confluencia con el Morghé, que hace que nos pensemos el entrar al agua. Luisa decide darse la vuelta y subir a la furgo, pues cree que hay mucho agua.


Nosotros decidimos afrontar el descenso, pero mi cabeza me está jugando una mala pasada, pensando constantemente en cual sería el dichoso peligro.


El caudal es alto, ponemos los cinco sentidos en lo que hacemos y vamos progresando con seguridad. En los primeros rápeles encontramos una mochila en una cabecera, oyendo como desde abajo nos silbaban un grupo de franceses que se la habían dejado olvidada, devolviéndosela para que pudieran continuar el descenso.

                             

El descenso es muy completo, encontrando zonas estrechas, realizando saltos, toboganes y numerosos rápeles con bastante agua de color verdoso, que vistos desde arriba y sin conocerlos parecían más complicados de lo que en realidad eran.

                             

Llegamos al rápel 12, el más fácil de todo el descenso, mas tarde entendimos el peligro del que nos avisaba, la presencia de troncos en el agua, pero no hacía falta ni tan siquiera entrar en ella.


Mi cabeza se tranquiliza, por fin comienzo a disfrutar del descenso, de un entorno precioso, y tan solo hacía unos minutos que quería haber abandonado el cañón, cosa que no hice ante la insistencia de Carlos y José Mari.

                             

Llegamos a la cueva, el paso por ella es precioso e impresionante, pues realmente parece que estemos bajo tierra. Rapelamos por la entrada a la cueva, siguiendo el curso de agua, pero también se puede realizar desde el techo de la gruta, como hicieron el grupo de franceses que habíamos superado rápeles atrás.

                             

En la base de esta cascada la cuerda se nos soltó de la mochila, dejándola atrás en una amplia y agitada poza de recepción. Posiblemente hubiésemos llegado a alcanzar la cuerda para recuperarla, pero como por detrás venían los franceses, les pedimos que nos devolvieran el favor y la recuperaran por nosotros.

                             

Continuamos con el descenso, encontramos más saltos y cascadas, alguna de ellas equipadas en plan ferrata, como la que encontramos en una vieja presa.


En este descenso también encontramos las chapas con el número de rápel, colocados en forma descensdente, sabiendo de esta manera cuanto nos quedaba por delante.


Llegamos al último de los rápeles, nosotros lo rapelamos pero nuestros amigos franceses lo saltaron como si de una piscina se tratara.


Desde esta última poza cogemos un sendero a mano izquierda que sube a un camino principal, comenzando a descender hacia el lugar en donde dejamos el primer coche, tardando unos 25 minutos.
Subimos a buscar a Luisa y tras salir de la estrecha carretera seguimos hacia el Col de Bruois, tenemos intención de descender otro barranco, pero cuando llegamos a la cabecera es tarde y decidimos cambiar de valle. Por delante otro largo viaje (kilómetros que nos quitábamos para la vuelta del día siguiente) hasta la población de Coaraze, en donde nos dedicamos a hacer algo de turismo y ver el acceso y retorno del Ruisseau de Planfaé.

                

martes, 26 de agosto de 2014

Vallon de Cramassouri


Texto: Alicia

Después de descender l'Imberguet nos volvemos a cambiar de valle, vamos en busca del Cramassouri. Según las reseñas que llevábamos la combinación de vehículos era casi obligada, pero tras superar el pueblo de la Courbaisse y llegar al aparcamiento que hay justo en frente del final del cañón, vimos que el río la Tinée bajada cargado y con el agua de color cemento. Echamos un vistazo en busca de un buen lugar para vadearlo, pero en estas condiciones nos pareció imposible hacerlo. Justo en ese momento apareció una empresa a la salida del cañón, viendo que utilizaban un pasamanos a la derecha y más tarde subían por un sendero entre el bosque. Decidimos dejar la combinación de coches y realizar la salida del barranco como lo hizo la empresa de aventura.


Un poco más adelante encontramos un cruce a la derecha que se dirige a la Tour, lo tomamos y tras un rato subiendo vemos una placa conmemorativa de un grupo de aviación. Poco más adelante encontramos el cartel de entrada al cañón y el aparcamiento.


Cogemos el equipo y dejamos a Luisa en el coche, no se anima a realizar el descenso porque el retorno por el bosque le parece demasiado duro y no sabemos cuanto tiempo nos podrá llevar. Comenzamos el descenso por el sendero que nos lleva hasta el cauce en apenas 15 minutos, encontrando en la bajada varios tramos equipados con cable de acero en forma de pasamanos.


Acabamos de ponernos los aparatos y oímos como en la lejanía se oye algún trueno, así que nos damos prisa en comenzar el descenso. Ya en el agua encontramos un descenso muy entretenido con saltos, toboganes, badinas, rápeles.

                           

El agua es trasparente y disfrutamos de una temperatura muy agradable durante el descenso que hizo que disfrutásemos mucho en las pozas.


En poco más de una hora llegamos al final del descenso, optando José Mari y yo por quitarnos el neopreno. Salimos al río la Tinée, encontrando a mano derecha el pasamanos con cable de acero que utilizaron los de la agencia de aventura, evitando de esta manera el tener que tocar el desagradable agua de color cemento que bajaba el río.


Encontramos una baliza que indica el camino de retorno hacia el aparcamiento superior, vamos siguiendo los hitos por entre el bosque que nos llevó  a la carretera a pocos minutos de donde dejamos los coches y nos esperaba Luisa, tardando unos 30 minutos en realizar el retorno. Nos ponemos a cambiar bajo un cielo bastante gris, pero la tormenta al final no llegó.


Pasaban algo de las 6 de la tarde cuando empezamos un largo viaje en busca de nuestro siguiente destino, llegando incluso a pasar a tierras italianas para más tarde volver a entrar en Francia. Sobre las 8 de la tarde llegábamos al pueblo de Breil-sur-Roya, dirigiéndonos a ver como bajaba de caudal uno de los barrancos imprescindibles de Alpes Marítimos, La Maglia, que descenderíamos la jornada siguiente. Como casi todas las tardes había caído algo de tormenta, viendo el caudal bastante alegre.

                

lunes, 25 de agosto de 2014

Vallon de l'Imberguet


Texto:Alicia

Día 6, después de pasar la noche en el pueblo de Saint-Jean-la-Rivière cogemos la carretera en dirección hacia Niza. Al poco de pasar un túnel, veremos a nuestra derecha un pequeño aparcamiento en donde dejamos el primer coche. Con el segundo volvemos hacia atrás hasta el cruce por donde el día anterior subimos a Duranus, pero antes de llegar a esta población encontramos el pequeño pueblo de L'Imberguet, dejando el segundo coche aparcado en una orilla, muy cerca del panel informativo del barranco.

                           

Nos cambiamos y comenzamos la cómoda aproximación, 5 minutos cuesta abajo, hasta llegar al cauce del río. La primera parte del barranco transcurre por fuera del agua, en plan ferrata, encontrando las cascadas equipadas con pasamanos y peldaños, pues esta prohibido entrar a las pozas por vivir en ellas cangrejos de río, pudiendo ver varios ejemplares durante la progresión por esta zona.


El barranco más adelante va ganando poco a poco en atractivo y progresivamente se va cerrando, formando bonitos pasillos de altas paredes, sintiéndonos minúsculos entre ellas.


El cañón lo pillamos con poca agua, y es que acusa mucho el estiaje, pero aún así pudimos realizar algún salto, disfrutando mucho con la  buena temperatura que nos acompañó en el descenso.


En la parte final del barranco encontramos el rápel más largo del descenso (21 metros) que nos dejó en una antigua presa. Vemos un canal tallado en la roca que aporta algo de agua muy fría al descenso, volviendo el agua de color blanquecino.


Aquí encontramos un posible escape a mano izquierda, pero decidimos continuar con el descenso. Realizamos los últimos rápeles dando vista al río Vésubie y a la carretera.


Llegamos al final del descenso (2 horas 30 minutos) tomando un sendero a mano izquierda que nos llevó a cruzar el río por un puente, para en apenas 5 minutos llegar al lugar en donde habíamos dejado el primer coche.


Subimos a buscar la otra furgo al pueblo, en donde tuvimos un acalorado intercambio de palabras (solo entendíamos las malsonantes) con un lugareño por aparcar en la puerta de su casa mientras cambiábamos las mochilas, y es que el poco espacio para aparcar en estos pueblos debe estar muy cotizado. Afortunadamente todo quedó en una desagradable anécdota, que puso un mal final a un bonito descenso.

                

viernes, 22 de agosto de 2014

Vallon de Duranus

                            

Texto: Alicia

Cuando parecía que el tiempo no nos iba a permitir realizar ningún descenso más después de la Bollène, y como el sol volvió a lucir con fuerza, decidimos afrontar el segundo barranco de la jornada, en concreto el Vallon de Duranus.

                            

Superado el pequeño pueblo de Duranus, la carretera cruza un puente por encima del río que forma el cañón. Aparcamos en un pequeño ensanchamiento nada más pasar el puente, nos cambiamos y Carlos, José Mari y yo nos dirigimos al extremo del puente, en donde un sendero baja junto a él, encontrando una linea de vida en plan ferrata que nos dejo en una canalización de agua. Desde la canalización es obligatorio bajar al cauce del río mediante un rápel de unos 10 metros.


Este descenso fue sin duda el menos atractivo de todos los que realizamos en nuestro viaje, si bien tiene zonas estéticas, breves estrechos y varios rápeles.

                            

En la primera parte encontramos 3 rápeles seguidos, que dieron paso a una zona de andar, destrepes y algún pequeño rápel.


Tras un breve estrecho, en el que encontramos el último rápel, llegamos al final del descenso después de 1 hora.


Encontramos una presa que marca el final del tramo permitido para descender, tomando un sendero que sigue la tubería y gana decididamente altura en busca de la carretera. Desde el camino se aprecian zonas más estrechas y bonitas que las que hemos recorrido, visualizando desde el camino de retorno alguna vieja instalación, pero esta zona está prohibida por las sueltas automáticas del canal.


La subida se hace dura hasta la carretera, caminando luego por ella hasta llegar a donde habíamos aparcado (30 minutos) despertando a Luisa de su placentera siesta.


Dedicamos el resto de la tarde a localizar la salida del barranco del día siguiente y a buscar un buen sitio en donde pasar la noche, observando que el caudal del río Vésubie había aumentado considerablemente, bajando incluso de color chocolate, situación esta a tener en cuenta en la elección de los barrancos del día siguiente.

                


jueves, 21 de agosto de 2014

Riou de la Bollène


Texto: Alicia

Quinto día en Alpes Marítimos, desde el pequeño pueblo de La Bolène - Vésubie, en donde habíamos pasado la noche, descendimos hasta la carretera principal, girando a la izquierda hacia Lantosque, encontrando a unos 400 metros una pequeña área de descanso en donde dejamos los coches.


Chus decide no hacer el barranco para que no se le abran los puntos de la ceja, así que nos realizará la labor de combinación de coches. Luisa se anima a realizar el descenso al ver que alguna agencia de aventura va a entrar en el cañón.


Con el segundo coche volvemos hacia el Col de Turini, en donde la tarde anterior tuvimos un encuentro con un flipao que debía ir de tramo, hasta llegar a un pequeño mirador en donde encontramos el panel informativo del barranco. El espacio para aparcar es escaso y nos damos prisa en cambiarnos para afrontar el descenso, despidiéndonos de Chus, que resignado nos esperará abajo.


En apenas 5 minutos de descenso llegamos al cauce del río, encontrando un barranco con mucha vegetación y resbaladizo que nos hizo recordar a los barrancos de casa.


La Bollène es un clásico de Alpes Marítimos, estamos ante un barranco de carácter lúdico total, alterna zonas estrechas con zonas abiertas, encontrando saltos, badinas, toboganes,etc, pero también encontramos bastante basura en el río.


En el descenso encontramos un par de cascadas de unos 11 y 20 metros, que en teoría se pueden hacer como toboganes, pero llegado el momento ninguno nos atrevimos con ellos, prefiriendo rapelar.


Un último y bonito estrecho pone punto y final al barranco tras unas 3 horas 30 minutos de descenso, encontrando a la derecha el camino de retorno que en unos 25 minutos nos llevó de nuevo al aparcamiento inferior en donde nos esperaba Chus.

                          

Comemos algo mientras vemos como las previsiones del tiempo, que daban lluvia para la tarde, no iban a tardar en acertar. Para Fonso y Chuchi se termino el viaje, tienen que emprender el viaje de vuelta con tristeza, pues tienen compromisos en España. Se despiden de nosotros, dejando a Carlos y a mi como únicos representantes del Caimanes Canyoning Team.


Carlos y yo no nos hemos quitado el neopreno pues tenemos intención de descender el Infernet, pero justo cuando nuestros amigos se marchan comienza la tormenta. Nos quitamos el neopreno y nos acercamos los 4 miembros restantes del grupo a ver la cabecera del Vallon de Duranus, posible descenso para la jornada siguiente, pero a tan solo 5 kilómetros de donde estábamos el sol brilla con fuerza, y no hay ni una puñetera nube. Con este panorama, ya pensábamos en ponernos otra vez el traje de faena en cuanto llegásemos a Duranus.