Llegamos a la Vega de Pas y en la plaza del pueblo cogemos la carretera que se dirige hacia el Barrio de Pandillo. Aparcamos justo en el final de la carretera, junto a un cartel que nos da algo de información sobre la ruta que vamos a realizar. Terminamos de vestirnos y abrigarnos, pues hace un frío intenso, pero las previsiones al final no acertaron y no nieva, e incluso el sol sale de vez en cuando entre las nubes para darnos un poco de calor.
El itinerario que vamos a realizar recorre una de las cuencas del río Pas, más en concreto la de Pandillo, que se sitúa al sur del Cerro de La Vara, situándose al norte la cuenca del Aguasal o Rucabao.
Sobre las doce del mediodía comenzamos a caminar (menudo madrugón), atravesando el puente sobre el río Pandillo, para poco a poco ganar altura.
La margen derecha del arroyo por la que ascendemos se caracteriza por la enorme proliferación de jóvenes cajigas que están brotando y colonizando el espacio montano. En aproximadamente una hora de marcha llegamos a la pradería de Ruyemas, tras salvar un suave desnivel de unos 200 metros. En este punto las manchas forestales mixtas compuestas de cajigas y hayas alternan con el matorral, brezos y tojos.
Justo a la entrada de la pradera, hago la obra buena del día, pues me encuentro con un pequeño pajarito que tenía su ala atrapada con una zarza. Una vez liberado, continuamos nuestro camino hacia el fondo del valle. Son las 13:00 horas, y en nuestras cabezas ya ronda el pensamiento de meternos un buen cocido montañés en algún restaurante de la zona.
Los pequeños prados delimitados por muros de piedra cuentan con alguna que otra cabaña a la que suelen acompañar uno o varios fresnos, todo ello en torno al discurrir del arroyo, tapizado de un bosque de sauces y avellanos.
Desde este cabañal accedemos, atravesando un prado hasta una caudalosa y sonora cascada (en primavera), pero que en esta ocasión se encuentra parcialmente congelada. Aquí ponemos fin al camino de ida, después de haber hecho unas fotos de grupo para el recuerdo.
Regresamos hasta la pradería de Ruyemas y desde allí cambiamos de ladera y de dirección, ahora hacia el Oeste. Se trata de un sendero que se integra en el magnífico Hayedo del Monte Las Garmas después de cruzar el arroyo. Tras tener algún pequeño despiste nos adentramos en el bosque por un sendero ascendente. En un principio, la mancha forestal se compone de hayas y cajigas, pero poco a poco las hayas van ganándole el terreno a los robles. En este bosque nos encontramos con un corzo que sale corriendo al oír nuestra presencia y velozmente gana la parte alta del hayedo. En nuestros comentarios cada vez suena más las palabras "cocido montañés".
Llegamos a la parte alta del Monte Las Garmas, y de aquí al final de la ruta, solo nos queda descender vertiginosamente por una pista hasta salir del bosque en el barrio de Pandillo, en el mismo punto de inicio.
Son casi las 15: 30 horas, y nos dirigimos a toda velocidad hasta la Vega de Pas, más en concreto a Casa Frutos, para poner fin a esta jornada, hablando sobre la fácil y bonita ruta que hemos realizado y por fin poder meternos un buen cocido montañés, o por lo menos algún afortunado (gracias por vuestra amabilidad) pues solo quedaba ración para uno, aunque los demás también fueron bien servidos.
Justo a la entrada de la pradera, hago la obra buena del día, pues me encuentro con un pequeño pajarito que tenía su ala atrapada con una zarza. Una vez liberado, continuamos nuestro camino hacia el fondo del valle. Son las 13:00 horas, y en nuestras cabezas ya ronda el pensamiento de meternos un buen cocido montañés en algún restaurante de la zona.
Los pequeños prados delimitados por muros de piedra cuentan con alguna que otra cabaña a la que suelen acompañar uno o varios fresnos, todo ello en torno al discurrir del arroyo, tapizado de un bosque de sauces y avellanos.
Llegamos a la parte alta del Monte Las Garmas, y de aquí al final de la ruta, solo nos queda descender vertiginosamente por una pista hasta salir del bosque en el barrio de Pandillo, en el mismo punto de inicio.
Son casi las 15: 30 horas, y nos dirigimos a toda velocidad hasta la Vega de Pas, más en concreto a Casa Frutos, para poner fin a esta jornada, hablando sobre la fácil y bonita ruta que hemos realizado y por fin poder meternos un buen cocido montañés, o por lo menos algún afortunado (gracias por vuestra amabilidad) pues solo quedaba ración para uno, aunque los demás también fueron bien servidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario