Presentación

Este es el blog de Carlos y Alicia, en donde os mostraremos las salidas a la montaña que realicemos solos o con nuestros compañeros y amigos.

viernes, 11 de mayo de 2012

Cañón de Artazul o Arteta


Varias semanas llevábamos planeando la visita a este gran cañón, pero otras tantas veces teníamos que posponer la salida por el mal tiempo, hasta que por fin el día 5 de mayo se nos habría una puerta de buen tiempo para afrontar este descenso. El viernes por la tarde recibí la llamada de Lolo, que se venía para Cantabria desde Asturias y sobre la marcha decidiríamos a donde dirigir nuestros pasos. Quedamos temprano, a las 8 en Sarón. También se apuntó a la salida Fonso, que estaba deseoso de estrenar su nuevo y flamante neopreno.
Cuando nos reunimos por la mañana del sábado no tenemos ninguna duda, el tiempo es tan bueno y sin ninguna nube, que no dudamos en hacer algo alternativo  que no fuera la visita a Artazul. Además, las previsiones de tiempo eran mejor para la zona a donde debíamos de ir. Así que cogemos dirección Pamplona, teniendo por delante algo más de 2 horas y media de coche hasta el pueblo de Ulzurrun.
Durante el trayecto hablamos de varios temas, barrancos, proyectos, etc, pero el que más salió a relucir es el buen tiempo, comentando Fonso que sería su primer barranco con un día radiante de sol. Pero quizás no debiéramos haber vendido la piel del oso antes de cazarla, puesto que por Altube empezaron a aparecer unas nubes oscuras que no prometían nada bueno. Cuanto más nos acercábamos a nuestro destino más negro se ponía el asunto, aprovechando la ocasión para recordar a Fonso que quizás sea algo gafe y le tengamos que dejar en casa la próxima vez para disfrutar del buen tiempo, ja,ja.
Después de tener algún despiste llegamos al pueblo de Ulzurrun, en donde una pista nos conduce al nacedero de Arteta, lugar donde dejamos el coche en el amplio aparcamiento que hay.
El cañón de Artazul es un desfiladero calizo formado por las aguas de la regata de Udarbe, procedentes de los Altos de Goñi, antes de unirse a los del manantial de Arteta .Como solo disponemos de un solo vehículo tomamos el camino que va al nacedero y seguimos hasta el salto final del Artazul, donde confluye con el Barranco Licebar. Aquí comprobamos que lleva agua abundante.


Cogemos un sendero que sube por la derecha orográfica del Licebar, remontando empinadas pendientes hasta ganar un pequeño contrafuerte que sale a un bosque. Mas tarde atravesamos una gran pedrera, volviendo a entrar en zona boscosa hasta toparnos de frente con una alambrada. El sendero esta algo confuso, pero se sigue facilmente. Seguimos la alambrada hacia la derecha hasta llegar a un claro, que atravesamos, para de nuevo tomar un sendero que va paralelo al cañón por medio del bosque (aquí creo que metimos la pata y no cogimos el camino correcto),  que nos llevó a una pista enfangada y luego por un sendero a la parte inferior de la primera cascada. Retrocedemos y nos ponemos a buscar la forma de subir a la parte superior, encontrando un sendero que asciende hasta una pista (esta creo que era la buena), en donde encontramos una lapida que recuerda a un señor fallecido en el lugar. En pocos minutos estamos en la cabecera del primer rápel.


Nos ponemos a cambiarnos cuando nuestros peores presagios se hacen realidad, empieza a llover con fuerza. Durante  la ascensión (1 hora y 20 minutos aproximadamente) nos cayo algo de lluvia, pero  pronto dejó paso al sol. La cara de los cuatro es un poema, pero yo libero mi ira expulsando alguna que otra palabra mal sonante. Afortunadamente el chaparrón dura poco, pero todos tenemos miedo de que esta situación se repita en el interior del barranco. El primer rápel semivolado de entrada (32 metros) nos deposita en el fondo del circo inicial.

                  

Tras unos minutos de descenso entre el bosque vemos como las paredes se aproximan y una garganta muy bien formada nos da la bienvenida. Los primeros rápeles que nos encontramos son de modesta altura, pero el agua abundante les da ambiente. Ademas unos truenos en la lejanía hacen que nos miremos con cara de incrédulos, o más bien diría de acojono.



También realizamos algún pequeño salto hasta llegar a los oscuros en donde realizamos un rápel de 14 metros al que sigue uno de 5 metros. Hasta aquí no hemos tenido ningún problema con el caudal, estando mas pendiente de si llueve que de los propios rápeles en sí.

                 

Llegamos al siguiente rápel de 14 metros que tiene en mitad  una marmita muy agitada por el agua. Lolo intenta hacer un rápel guiado con la mochila, pero la puñetera saca no esta por la labor de bajar hasta el final, quedándose flotando en la marmita. Al final decide bajar, y después de pegarse un poco con la corriente consigue alcanzar una chapa a la izquierda en donde anclarse y facilitar al resto la salida del agua.


El siguiente rápel  de 10 metros, lo hacemos utilizando un  desviador a la izquierda, pues bajar por todo el chorro de agua no iba a ser muy divertido. El barranco  se va abriendo en una sucesión de marmitas que nos conducen al vacío, al impresionante circo final.


Un sobrecogedor volado de 45 metros nos devuelve de nuevo al suelo, eso si teniendo cuidado de no caer en un árbol que hay en la base, para poder disfrutar de la belleza de esta cascada.

                 

En la base coincidimos con un grupo navarro que viene de hacer Licebar, comentándonos que se lo han encontrado seco. Hacemos las fotos de rigor para el recuerdo y tomamos el camino de regreso hasta el coche bajo un sol que ahora sí se ha animado a salir con fuerza. En el aparcamiento reponemos fuerzas, antes de emprender el camino de vuelta habiendo disfrutado de uno de esos barrancos que dificilmente se olvida, y que sin duda, con el tiempo habrá que repetir.

        

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