El domingo a las diez de la mañana miré la página web de Matienzo Caves y descubrí en una foto la posición de la 415. Los aguaceros continuaban amenazando y no había otra cosa mejor que hacer que espeleología. Inmediatamente llamé a Alicia y Carlos. Carlos se mostro encantado en volver a la carga. Quedamos en Solares a las once.
Llevábamos un buen rato en la cama haciéndonos los remolones, y es que el día no era muy bueno, amenazando lluvia, pero en cuanto Alicia me comunicó los planes de Antonio salté inmediatamente de la cama para comenzar a preparar las cosas. Llamamos a Jesús para ver si se animaba a repetir, pero ya había hecho planes. También llamamos a Paco, pero no fue posible localizarlo.
Llevábamos un buen rato en la cama haciéndonos los remolones, y es que el día no era muy bueno, amenazando lluvia, pero en cuanto Alicia me comunicó los planes de Antonio salté inmediatamente de la cama para comenzar a preparar las cosas. Llamamos a Jesús para ver si se animaba a repetir, pero ya había hecho planes. También llamamos a Paco, pero no fue posible localizarlo.
Foto en mano y desde la bajada del Alto Fuente las Varas a Matienzo verificamos la posición de la 415.
Allí estábamos los tres, mirando la fotografía y observando lo cerca que habíamos pasado ayer de la boca. En teoría, hoy daríamos con ella. Nos dirigimos hasta la cabaña de los silos y comenzamos a bajar la empinada ladera.
Esta vez no tuvimos problemas, después de apartar las hierbas y un lío de alambres apareció el agujero de mierda. Deje clavado el paraguas junto a la boca y me introduje con ansiedad mal disimulada.
Tomo las coordenadas de entrada a la cueva, para que no nos vuelva a pasar lo de el día anterior en futuras visitas. Al igual que Antonio, me encuentro nervioso, y en la primera foto que tomo dentro de la cueva, veo como mi mano tiembla como la de un anciano.Intento tranquilizarme.
Tras una rampa y un destrepe delicado aterrizamos en una sala alargada.
La cuerda de ascenso a la galería que continua la cueva está tan mal instalada como siempre. Un roce, agudizado por el inevitable balanceo del espeleólogo que asciende, dicta una solución obvia pero que nadie se toma la molestia en realizar. Es el destino de los vagos. La próxima vez lo haremos… si es que nos acordamos. Finalmente lo harán aquellos a los que se les parta la cuerda.
Unos divertidos pasamanos y un par de gateras nos depositaron en una amplia sala. Al final de la sala las coladas blancas decoradas con estalactitas y columnas -blancas también- nos llevaron a las fotos. Fotos y más fotos. En el vericueto de las excéntricas más y más fotos. Incluso con Carlos dudando en un laminador fotos y fotos.
Paramos un montón de veces. En cada parada un montón de fotos. Recordaba una excéntrica anudada en forma de ocho sin tocarse el nudo. Pero solo encontré un ocho que se rozaba. Problemas de memoria selectiva. Cada vez que recordamos algo lo recreamos a nuestra manera. Todos los días nos ocurre cien veces. Proust lo descubrió por sí mismo y lo expreso literariamente. Carlos, Alicia y yo teníamos hambre.
De vuelta en la sala comimos tortitas de maíz, pan bimbo, maicitos, lomo ibérico del DIA, chorizo y discutimos acerca de la ibericidad de los cerdos. ¿Basta con que hayan nacido en España o es necesario que sean comedores asiduos de bellota? De cualquier forma un cerdo es un cerdo aunque formalmente hablaríamos de Sus Scrofa Domestica. Poco después nos fuimos a ver más cueva.
Una rampa con varias gateras nos llevo a una sala con cascada lateral cayendo del techo. Por un destrepe alcanzamos otra sala más grande. Más allá apareció una enorme galería en forma de cañón con un surco central serpenteante y estrecho. Aquí yo veo más posibilidades de continuación de las que exhibe la poligonal. Aún más allá trepamos casi hasta el techo por un caos de bloques con más posibilidades de continuación escalando en artificial. Por el fondo una zona laberíntica con multitud de desfondes que habría que mirar cuidadosamente. En juego está una potencial conexión con la Torca del Mostajo.
A las cuatro y media tiramos hacia la salida. Las arrastradas habían hecho el efecto adecuado produciendo cansancio de buena calidad en forma de dosis para varios días. En el camino encontramos varios chorros de agua que no existían hace unas horas. Nos esperábamos lo peor. Y así fue, diluviaba en Matienzo. En las rampas de salida comenzamos a calarnos y cuando salimos al prado nos empapamos a conciencia. El camino de vuelta cuesta arriba y el proceso de cambiarse de ropa fue lo más duro de esta salida. Menos mal que Alicia puso la calefacción de la furgoneta en acción y durante la vuelta a Solares pudimos entrar en calor. Y de allí directamente a casa; sin dudarlo ni un instante.
Unas excéntricas alucinantes, incluso más que las del Mostajo. Se lo comentaré al grupo para visitarla la próxima vez que estemos por esa zona. Un saludo de un espeleólogo gallego.
ResponderEliminarLa verdad es que es una cueva preciosa. Saludos.
ResponderEliminarHola de nuevo Carlos, Alicia y también Antonio:
ResponderEliminarComprendo perfectamente vuestra emoción al ver estas excéntricas tan increíbles.
Yo también la he sentido desde casa, gracias a vuestro relato y vuestras fotos.
Y siempre sentí ese "hambre" por llevarme retratadas estas maravillas, pero casi nunca pudo ser por las necesidades de exploración en grupo.
Espero que estas cueva se conserve a salvo de "espeleólogos" descuidados o desaprensivos.
Un saludo de Charly Pacha.