El viernes en el club no sabemos a donde dirigir nuestros pasos. Visitar una cueva, un barranco o realizar algo al aire libre, puesto que los pronósticos del tiempo son buenos. Al final y tras pensarlo un buen rato nos decantamos por hacer algo de senderismo, e ir a caminar por la Pasá del Picayo.
Hasta el año 1991, la carretera no llegó a Tresviso. Hasta entonces,
a la aldea colgada sobre el desfiladero de La Hermida se subía por dos caminos
que competían en dificultad. El más antiguo, que llegaba hasta Tresviso desde
San Esteban de Cuñaba, atravesando los rincones más agrestes de la Sierra de Cocón,
quedó abandonado cuando una empresa minera construyó el camino
por la Canal de Urdón. Sus muriaos (muros) y calzaos de piedra se
desmoronaron, sus armaos de madera se pudrieron, y los sedos se volvieron
impracticables. El camino se convirtió en una ruta peligrosa que casi nadie se
atrevía a utilizar. Hace unos pocos años, el Parque Nacional desbrozó la
perdida senda, reconstruyó sus armaduras. Aseguró con cables los pasos más
peligrosos y señaló el camino con marcas de pintura. Finalmente se le puso el
nombre que tenía el tramo más aéreo, la Pasá del Picayo.
A la salida nos apuntamos Mónica, Jesús, Alicia, Belén y yo. Ali y yo ya conocemos la ruta, pues la hemos realizado en dos ocasiones, una de subida y otra de bajada, y sin duda la recomiendo realizar en sentido ascendente. Quedamos en Puente San Miguel a las 8:30, en donde nos encontramos con David y Azu que se van a hacer un curso de socorrismo en río. Tras charlar un rato con ellos nos despedimos y cogemos dirección Urdón, en donde dejamos el primer coche, puesto que no volveremos por la Pasá, si no que bajaremos por la Senda de la Peña hasta Urdón. Con el segundo de los vehículos nos dirigimos hasta la localidad de San Esteban.
Justo a la llegada del pueblo Asturiano de San Esteban de Cuñaba, vemos como un mini autobús deja a un grupo numeroso de adolescentes, así que nos damos prisa en cambiarnos y adelantarlos en la salida. Son algo mas de las 10.
El día es perfecto para caminar, hace una temperatura muy agradable, con unas nubes altas que no dejan pasar los rayos del sol, situación esta que se agradecerá en las empinadas laderas que tendremos que superar.
Tomamos el camino hormigonado que sale del pueblo hacia el este
entre castaños y algún acebo hasta que el hormigón termina. En breve
abandonamos la pista para tomar el camino que sale a la izquierda para
dirigirnos al área recreativa de Robicores, en donde hablamos lo bien que estaría hacer allí una buena barbacoa.
Desde este lugar hay que ascender hacia la riega Robicores, la
cruzamos y seguimos por la empinada ladera oriental hasta una canal, por cuyo
cauce seco ascendemos. Pasamos una serie de canales y collados hasta que
abandonamos el bosque y subimos por una empinada canal hasta una zona rocosa
algo húmeda en la que encontraremos el primero de los cables instalados por el
Parque Nacional.
A Belén y Mónica, esta primera parte se les está atragantando un poco, quizás no han entrado en calor todavía. Aún encontraremos otros dos tramos con cable antes de llegar a una
pendiente herbosa desde la que vemos Rumenes y el río Deva. Y es que las vistas son muy buenas, porque las nubes no quitan nada de visión.
Ascendemos hasta
una pequeña horcada, que da paso a una canal que nos conduce a la aérea Pasá del
Picayo. Llegamos a la parte superior de este paso y aprovechamos para comer y beber algo. Miramos hacia todos los lados, intentando adivinar los lugares que damos vista. Los más cercanos, el Casetón de la central de Urdón con su canal, el Cuetudave, Bejes, etc, y los más lejanos, el mar, las montañas pasiegas, etc.
Desde aquí, pasamos a la vertiente sur de la Sierra de Cocón.
La ladera baja vertiginosamente hacia el Deva y provoca vértigo, pero gracias a
unos cables podremos pasar sin miedo. En este paso nos encontramos con la placa que recuerda a una mujer Palentina que falleció en el año 2009, tras precipitarse unos 50 metros al vacío. Después de algunas subidas y bajadas por
un entorno salvaje, iniciamos una travesía ascendente hacia el oeste, con
Tresviso ya a la vista. Llegamos así al Canto las Torcas, el punto más elevado
de la excursión, y comenzamos a descender plácidamente hacia Tresviso donde nos
tomamos un merecido descanso, disfrutando de una ración de queso picón, cecina y otros manjares. Y es que durante gran parte de la subida ese ha sido el tema de conversación, la ansiada llegada a Tresviso y poder comer el afamado queso, acompañado de unas buenas birras y kalimochos. La subida nos ha llevado unas cuatro horas, a un ritmo muy tranquilo, y eso que en cuanto Belén y Mónica entraron en calor y se pusieron en cabeza del grupo ya no había quien las adelantase.
Después de pasar un tiempo en este bello pueblo cántabro, emprendemos el camino de bajada por la muy conocida Senda de la Peña, bajo un sol que se ha animado a salir a media tarde.
El descenso del mineral desde Ándara hasta la Hermida, se realizaba tanto por el camino de Bejes como por el de Urdón. Es a raíz de la construcción de este último cuando se explotaron temporalmente unos indicios de sulfuros y carbonatos de cinc en los invernales de Prias, de los que aún quedan como testigos algunas bocaminas.
El mayor inconveniente de la explotación de estas minas fue el transporte del mineral, ya que Agustín Mazarrasa, director de las minas del mismo nombre y quien mando construir el camino de Tresviso a Urdón, prohibió la utilización de éste a la sociedad que explotaba las minas de Tresviso.
Para salvar este obstáculo se instaló un cable que, accionado por una especie de noria movida por bueyes, bajaba el mineral y subía los víveres y utensilios mineros.
Continuamos el camino de descenso por la senda, en donde en la zona de la Bargona nos encontramos con un grupo de chicos. Uno de ellos tiene una cojera bastante considerable por un problema en la rodilla, así que les damos una venda para que en parte le alivie el dolor y pueda culminar el poco trayecto que le queda hasta Urdón.
Seguimos descendiendo y sobre las 17: 45 horas llegamos al final de la ruta, en donde tenemos aparcado el coche junto al río Deva. Hemos disfrutado de un buen día de senderismo, realizando una ruta preciosa y espectacular, pero es que las chicas todavía tienen ganas de fiesta, y aprovechando que es la Fiesta del Orujo en Potes, dicen que quieren ir a dar una vuelta. La verdad es que no les cuesta mucho convencernos y después de subir a recoger el otro coche y hacernos un baño "checo", nos vamos hasta Potes, pero eso es ya otra historia.
Mola.
ResponderEliminar