Lo de Cueva Vallina no se
arreglo. Ni Sergio, ni Manu, ni Miguel (al que ni siquiera había avisado
esperando un quórum que no se alcanzó) iban a ir a Vallina. Quede con
Miguel para revisar el enlace entre Cueva Riaño y La Hoyuca, vía Second
River. Un grupo de cuatro espeleólogos del SCC iban a salir a la 415 ese
mismo sábado.
El
viernes en la reunión del club, Alicia había convencido a Jesús y a Francisco
para que nos acompañarán en esta salida. Quedamos a las 9:30 en Solares.
Una vez hemos metido todo el material en la furgo,
tomamos dirección a Matienzo por la carretera que desde Emtrambasaguas se
dirige hacia Riaño. En la entrada de esta localidad, les comento que el coche
que acabamos de alcanzar y llevamos delante, creo que es el de Antonio. En el
desvío para la Cueva de La Hoyuca, nuestras suposiciones se hacen realidad.
Antonio ha conocido nuestra furgo y se detiene para charlar con nosotros.
Hablamos de nuestros planes, y les invitamos a que nos acompañen en caso de que
no puedan entrar en La Hoyuca si el río va crecido.
Había llovido toda la noche del viernes
y seguía haciéndolo el sábado. La cosa no pintaba demasiado bien para entrar en
la parte activa de Cueva Riaño y menos todavía para aventurarse en la zona
sifonante de Second River. Así las cosas fuimos hasta la boca
y comprobamos que el regato que alimenta la red de entrada de Cueva Riaño se
había convertido en el Amazonas. Decidimos unirnos al grupo de Alicia,
Carlos, Paco y Jesús para entrar en la 415 de Matienzo.
Hemos llegado a Matienzo,
y mas o menos hemos localizado el área donde se encuentra la Cueva 415. Para
confirmarlo encendemos el GPS y nos dirigimos aún en coche hacia su boca.
Nos cruzamos con la furgoneta de Alicia y poco después estábamos aparcados en
la carretera local cercana a la entrada. Las nubes nos habían dejado un
intervalo entre aguaceros que debíamos aprovechar para encontrar la boca.
Para
llegar a la cabaña y el prado en donde se encuentra la cueva, hemos tomado un
desvío a la izquierda según subimos de Matienzo, dirección Busmartín, y al cabo
de 600 metros nos encontramos con un cruce a la izquierda que se dirige hacia
unas cabañas. En este cruce aparcamos los coches.
Muy alegremente, y seguro de mi mismo, inicié la cortísima aproximación.
Algo más de cien metros por la pista que va a la casa de los silos y unos
cincuenta metros de bajada por el prado. Debí pasar a unos dos metros de la
cueva pero el bardal de zarzas, ortigas y otras herbáceas me oculto la boca.
Tenía un recuerdo erróneo del tamaño de ésta. Es mucho más reducida que la
imagen que recordaba. El GPS de Carlos solo sirvió para enviar al resto de la
tropa a una batalla sin sentido. Estaban fuera de juego antes de comenzar la
búsqueda.
Barrí
insistentemente el prado de arriba abajo y de izquierda a derecha sin
resultados. Luego se sumo Miguel quien tampoco obtuvo de su esfuerzo nada. Por
el camino hacia ningún sitio Alicia encontró una torca reseñada con algún
número entre 0 y 3700. Un suerte ambigua.
A las dos horas,
con varios aguaceros a nuestras espaldas, tiré la toalla y me fui al coche. El
resto hizo lo mismo poco después. Solo le costo abandonar a Carlos que se lo
había tomado como un reto personal. Yo me sentía humillado. Cinco veces había
estado en la 415 sin problemas -la última en el 2005- y ahora me hacía esta
jugarreta. Para consolarnos nos fuimos a Casa Germán, en Matienzo, y dedicamos
tres horas a comer. Comimos muchas cosas pero el cocido montañés fue la
estrella. Los fritos, menestras, escalopes, solomillos, bacalaos y demás
minucias no merecen más mención que el haber contribuido a los placeres
gastronómicos.
Pero es
que todavía después de llenar bien la panza, Jesús, Paco, Ali y un servidor no
teníamos la conciencia tranquila, y decidimos volver a buscar en una zona
próxima a la cabaña de los silos, aprovechando que el cielo nos daba una tregua.
El resultado fue el mismo. La boca de la Cueva 415 nos estaba esquivando. Así
que decidimos marcharnos poco a poco para nuestros respectivos hogares.
Estaba claro que no
era día para la espeleología.
Joder, como viven algunos...
ResponderEliminarHabía que quitar el mal sabor de boca que nos dejo el no encontrar la cueva...
ResponderEliminarBueno a mi no me dejo tan mal sabor de boca el cocido montañes de casa German.
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