Presentación

Este es el blog de Carlos y Alicia, en donde os mostraremos las salidas a la montaña que realicemos solos o con nuestros compañeros y amigos.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Cueva 415 (Matienzo). Humillados.

Crónica de Antonio (texto rojo) y Carlos (texto blanco)



     Lo de Cueva Vallina no se arreglo. Ni Sergio, ni Manu, ni Miguel (al que ni siquiera había avisado esperando un quórum que no se alcanzó)  iban a ir a Vallina. Quede con Miguel para revisar el enlace entre Cueva Riaño y La Hoyuca, vía Second River. Un grupo de cuatro espeleólogos del SCC iban a salir a la 415 ese mismo sábado.

 El viernes en la reunión del club, Alicia había convencido a Jesús y a Francisco para que nos acompañarán en esta salida. Quedamos a las 9:30 en Solares.
Una vez hemos metido todo el material en la furgo, tomamos dirección a Matienzo por la carretera que desde Emtrambasaguas se dirige hacia Riaño. En la entrada de esta localidad, les comento que el coche que acabamos de alcanzar y llevamos delante, creo que es el de Antonio. En el desvío para la Cueva de La Hoyuca, nuestras suposiciones se hacen realidad. Antonio ha conocido nuestra furgo y se detiene para charlar con nosotros. Hablamos de nuestros planes, y les invitamos a que nos acompañen en caso de que no puedan entrar en La Hoyuca si el río va crecido.

          Había llovido toda la noche del viernes y seguía haciéndolo el sábado. La cosa no pintaba demasiado bien para entrar en la parte activa de Cueva Riaño y menos todavía para aventurarse en la zona sifonante de Second River.  Así las cosas fuimos hasta la boca y comprobamos que el regato que alimenta la red de entrada de Cueva Riaño se había convertido en el Amazonas.  Decidimos unirnos al grupo de Alicia, Carlos, Paco y Jesús para entrar en la 415 de Matienzo. 

 Hemos llegado a Matienzo, y mas o menos hemos localizado el área donde se encuentra la Cueva 415. Para confirmarlo encendemos el GPS y nos dirigimos aún en coche hacia su boca. 

          Nos cruzamos con la furgoneta de Alicia y poco después estábamos aparcados en la carretera local cercana a la entrada.  Las nubes nos habían dejado un intervalo entre aguaceros que debíamos aprovechar para encontrar la boca.

 Para llegar a la cabaña y el prado en donde se encuentra la cueva, hemos tomado un desvío a la izquierda según subimos de Matienzo, dirección Busmartín, y al cabo de 600 metros nos encontramos con un cruce a la izquierda que se dirige hacia unas cabañas. En este cruce aparcamos los coches.

           Muy alegremente, y seguro de mi mismo, inicié la cortísima aproximación. Algo más de cien metros por la pista que va a la casa de los silos y unos cincuenta metros de bajada por el prado. Debí pasar a unos dos metros de la cueva pero el bardal de zarzas, ortigas y otras herbáceas me oculto la boca. Tenía un recuerdo erróneo del tamaño de ésta. Es mucho más reducida que la imagen que recordaba. El GPS de Carlos solo sirvió para enviar al resto de la tropa a una batalla sin sentido. Estaban fuera de juego antes de comenzar la búsqueda. 


  Alicia y yo decidimos fiarnos del GPS, ampliando así la zona búsqueda. Al principio Miguel también nos acompaño, pero luego decidió ir con el resto del grupo a la zona señalada por Antonio. Y es que como bien dice Antonio, estábamos no fuera de juego, estábamos en el banquillo, o  quizás no habíamos sido  convocados para este partido. Llegamos al punto que nos indican las coordenadas, y nos encontramos con un lugar lleno  de maleza, lleno de escajos, que en mi caso me llegaban  hasta los huevos. Decidimos olvidarnos del GPS y empezar a deambular de un lado para otro, esperando tener un golpe de fortuna.

          Barrí insistentemente el prado de arriba abajo y de izquierda a derecha sin resultados. Luego se sumo Miguel quien tampoco obtuvo de su esfuerzo nada. Por el camino hacia ningún sitio Alicia encontró una torca reseñada con algún número entre 0 y 3700. Un suerte ambigua.

 A las dos horas, con varios aguaceros a nuestras espaldas, tiré la toalla y me fui al coche. El resto hizo lo mismo poco después. Solo le costo abandonar a Carlos que se lo había tomado como un reto personal. Yo me sentía humillado. Cinco veces había estado en la 415 sin problemas -la última en el 2005- y ahora me hacía esta jugarreta. Para consolarnos nos fuimos a Casa Germán, en Matienzo, y dedicamos tres horas a comer. Comimos muchas cosas pero el cocido montañés fue la estrella. Los fritos, menestras, escalopes, solomillos, bacalaos y demás minucias no merecen más mención que el haber contribuido a los placeres gastronómicos.   

Pero es que todavía después de llenar bien la panza, Jesús, Paco, Ali y un servidor no teníamos la conciencia tranquila, y decidimos volver a buscar en una zona próxima a la cabaña de los silos, aprovechando que el cielo nos daba una tregua. El resultado fue el mismo. La boca de la Cueva 415 nos estaba esquivando. Así que decidimos marcharnos poco a poco para nuestros respectivos hogares.

Estaba claro que no era día para la espeleología.




3 comentarios:

  1. Había que quitar el mal sabor de boca que nos dejo el no encontrar la cueva...

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  2. Bueno a mi no me dejo tan mal sabor de boca el cocido montañes de casa German.

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