Presentación

Este es el blog de Carlos y Alicia, en donde os mostraremos las salidas a la montaña que realicemos solos o con nuestros compañeros y amigos.

martes, 17 de julio de 2012

Caleyón de las Barbadas - Hoz de Mildón



                       

Después de dar muchas vueltas al asunto  y pensar que haríamos, el  sábado 7 de julio nos desplazamos hasta el pueblo asturiano de Mildón (Peñamellera Alta) con la idea de descender el Caleyón de las Barbadas y la Hoz de Mildón. Y digo idea porque el año pasado por estas fechas, Alicia y yo fuimos a la cabecera del Caleyón y nos tuvimos que dar la vuelta por el caudal excesivo que llevaba (comparándolo con la anterior vez que lo había descendido) si bien es cierto que el  verano pasado fue aún más lluvioso que este.
El grupo lo formábamos Belén, Carmen, Alicia, Fonso y yo. Cuando llegamos a Mildón tomamos la carretera que sube a Oceño y aparcamos junto a la pista ascendente que lleva a una cabaña, aproximadamente en el  km 2 de subida. Aquí dejamos las mochilas y nos quedamos Fonso, Belén y yo, mientras que Ali y Carmen bajaban a dejar el coche muy cerca del cruce de Mildón, en un ensanchamiento que hay tras superar la segunda curva de subida, y no molestar al dueño del restaurante llenando el aparcamiento, y menos mal que lo hicimos así, porque al final del descenso nos lo íbamos a encontrar.
Ya se que no era muy caballero por nuestra parte, pero la idea era que ellas al ir luciendo cacha, no tendrían problemas en que algún ganadero o vecino de la zona las subiera en coche hasta donde tenían las mochilas. Mientras nosotros haríamos poco a poco la senda de aproximación y así no cansar mucho a la niña. Durante el camino Fonso y yo comentábamos si habrían tenido suerte haciendo dedo. Antes de llegar a la cabecera del barranco vemos como aparecen a lo lejos, y pensamos que han tenido suerte, pero al llegar a nuestro lado nos comentan que solo se encontraron con un ganadero que se dirigía a escasos metros de donde se encontraban en ese momento, teniendo que hacer todo el camino andando.



Después de bajar por una incomoda pedrera al cauce del barranco, nos cambiamos bajo un sol que calentaba con fuerza, eso sí cuando las nubes se lo permitían. Estaba claro que hoy tendríamos otro día bastante inestable en lo que al tiempo se refiere.
El Caleyón de las Barbadas es un barranco bien escavado, acuático, estrecho y oscuro en algunos tramos, en fin que es divertido, aunque también se hace muy corto. Comenzamos el descenso con algunos resaltes y pozas, antes de llegar al pasillo en donde el cauce se estrecha y encaja, formando un tobogán por donde al agua circula a gran velocidad. Cabe la posibilidad de montar un rápel, pero nosotros lo superamos sin hacerlo, es más no montamos ningún rápel en todo el Caleyón.


                      


Superado este pasillo nos encontramos con pequeños resaltes, badinas y toboganes, en los que tenemos precaución pues hay piedras escondidas en la corriente. Un divertido tobogán de un par de metros y el barranco se abre, dando por acabado el descenso del Caleyón, pero como sabía que nos iba a saber a poco, decidimos seguir aguas abajo y enlazar con el descenso de la Hoz de Mildón. Aprovechamos el tramo  de río en el que no hay ninguna dificultad para picar algo y echarnos unas risas con un viejo paraguas que encontré abierto en la orilla. Después del tentempié, emprendemos de nuevo la marcha para encontrarnos con las primeras dificultades de la Hoz, un caos de bloques y el primer rápel de unos 7 metros.



Superada esta zona, nos encontramos con un largo tramo sin dificultades hasta llegar a una presa colmatada, en donde comienza realmente el descenso de la Hoz de Mildón. Se trata de un barranco sencillo, corto y encajado, con pocas dificultades siempre y cuando no lleve un caudal excesivo. Mas abajo de la presa nos encontramos el segundo de los rápeles de 7 metros, que nos deposita en una poza, de la que salimos por un paso estrecho bajo un puente de roca, formado por un bloque apoyado contra la pared.



Después de saltar y saltar Belén y Carmen en una pequeña poza hasta cansarse, nos encontramos el tercer rápel de unos 5 metros, cuya cabecera está encima de un gran bloque. El lugar es muy bonito, pues por la derecha nos cae una cascada formada por el río que surge de la Cueva de Mildón.



A partir de aquí no encontramos mayores dificultades, aunque el cañón es profundo y encajado. En este tramo nos encontramos una curiosa surgencia que sale de una grieta de la roca, y pasamos por debajo de una plataforma de hormigón (restos de una central eléctrica) y el puente de la carretera que va a Arenas, antes de dar por concluido el descenso en las claras aguas del río Cares.


                      

Para cruzar el río y buscar el sendero de regreso, cada uno busco el mejor sitio que creía conveniente, y a Belén la ayudamos con una cuerda, mas que nada por seguridad. Cruzamos la pasarela que cruza el río y emprendemos la subida hacia la carretera por un sendero bastante marcado, pero resulta que nos íbamos directos a la parte trasera del restaurante. Pero ya estaba allí el amable y gentil dueño para sacarnos de dudas gritándonos: ¡esto es una propiedad privada! ¡El camino esta más abajo!  El tío ya estaba mosca desde que nos vio aparecer en el río, incluso le vimos como retiraba una escalera y estaba decidido a que no subiéramos por su terraza aunque se lo pidiésemos, como fue el caso. Tan solo nos indicó en donde comenzaba el sendero que utilizan los pescadores. Y la verdad es que si había camino un poco más abajo, pero no lo vimos pues estaba tapado en su comienzo por las zarzas.
Durante el descenso habíamos hablado de la posibilidad de hacer otro barranco de la zona o bien meternos una buena fabada en el restaurante de nuestro nuevo amigo, pero ayudados porque el tiempo se estaba poniendo feo y tan solo eran las tres de la tarde cuando salíamos del barranco, decidimos hacer lo segundo, pero estaba muy claro que el señor  había perdido 5 clientes. Nos desplazamos hasta el restaurante el Urogallo al lado del camping de Arenas, en donde nos pusimos tibios, y vimos como cuando nos sentábamos a comer empezaba a llover. Habíamos acertado de pleno.

       

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