Cuando llegamos al pueblo aparcamos en la plaza, nos preparamos y subimos por la izquierda de la casa azul la empinada Cuesta de San Miguel, en dirección a la iglesia. Una vez allí tomamos el camino normal de acceso al castillo, encontrando poco después un desvío a mano izquierda que nos llevó al comienzo de la ferrata.
La vía ferrata consta de dos partes, la primera parte
sortea pequeños repechos equipados mayormente con cable y cadenas. El recorrido serpentea en dirección a la pared, en la cima de la cual se encuentra el Castillo.
Mientras
subíamos, observamos a nuestra derecha el camino y los puentes de madera por los que
subían los caminantes hasta las ruinas de la fortaleza, y que más tarde utilizaríamos en la bajada. Una vez en la pared, inicio
de la segunda parte, es donde empieza el tramo más vertical.
Esta parte va aumentando de dificultad a
medida que subimos hasta el último tramo de grapas, que nos depositaron en el interior
del Castillo, final de la ferrata.
Disfrutamos de unas extensas vistas, como durante toda la subida (sin duda lo mejor de esta ferrata) antes de comenzar el descenso de nuevo hasta la plaza del pueblo y retomar el viaje de vuelta a casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario