Buscamos un cartel que nos indica el camino que debemos tomar para dirigirnos hasta Estribiella y Peña Forca. El camino al principio por bosque y con gran pendiente nos llevará a una zona donde ya no hay arboles, y tenemos una visión de alguno de los rapeles del barranco. Continuamos subiendo por fuerte pendiente hasta llegar a unos llanos de pradera, desde donde poder entrar con facilidad al barranco.
Un pequeño resalte, y ya estamos en el primero de los rapeles, de 25 metros. Luego uno de 9 y uno de 3, un tobogán muy disfrutón de 5 metros y llegamos a la cabezera del cuarto rapel, de 17 metros, desde dónde las vistas son fantásticas, dando vista al Castillo de Acher y a la subida que realizamos el día anterior y que tan mal nos lo hizo pasar. A estas alturas ya sabemos cual es una de las características de este barranco, lo mucho que resbala, y que hacia que rapelar de pie fuera bastante difícil. Posteriormente un pequeño rapel de 6 metros, estrecho y que con caudal más elevado pudiera dar problemas, otro de 20 metros y llegamos a la gran cascada de 30 metros. Apretamos los tornillos de la cabezera pues están algo flojos (algo que tuvimos que repetir en más de una ocasión) y para abajo. Decidimos que es la hora de comer y que mejor sitio para hacerlo que a los pies de esta amplia y bella cascada. Preparamos unos bocatas, un poco de chocolate y saciamos nuestro apetito. Una foto de rigor y seguimos para abajo. Tan solo nos quedan tres rapeles más de 20, 12 y 18 metros, este último con gran parte de los metros volados.
Así hemos terminado la parte superior del barranco muy bien formada, muy estética, deportiva, vertical y sin ningún tiempo muerto entre cada rapel.
Una vez realizada esta parte superior, decidimos no salirnos y continuar hasta el final, aunque Jesús y yo cada vez estemos más tocados del dedo del pie y de la rodilla. En esta segunda parte realizamos cuatro rapeles más de 5, 14, 19 y 10 metros, separados por largos pasillos de tono rojizo y diversos resaltes y pozas, donde no era difícil encontrar tritones.
Acabamos el barranco muy cerca de donde hemos dejado el coche, pero esta segunda parte acabó por machacar mi rodilla. Lavamos los neoprenos en el río, nos cambiamos y nos marchamos con muy buen sabor de boca de este barranco hacia el camping (mas tarde coincidiríamos en pensar que fue el más bonito que realizamos en el viaje). Allí nos aseamos y posteriormente, en compañía de Naghy nos dirigimos hasta una caseta en las cercanías de Hecho, en donde poder disfrutar de una merecida barbacoa.
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