Después de realizar el barranco de Siresa, decidimos que el segundo barranco del dia sería el Jardín. Así que después de despedirnos de las chicas Riojanas, nos dirigimos hacia la Selva de Oza (Ali, Jesús, Iván y yo) en donde dejamos el coche muy cerca del "pequeño bar al lado de un gran arbol" (comentario que realizo algún turista despistado a la dueña del bar en la misma barra).Como en la zona hay varias mesas en donde poder comer comodamente, pues nos pusimos manos a la obra.Los bocatas nos los había preparado Berni, el cocinero del campamento en donde trabajaba Iván, eran de jamón serrano con tomate y casi del tamaño de una barra de pan.En definitiva, el acabarse el bocata era todo un reto. Ali se rindió sin apenas haber empezado, Jesús e Iván no lo lograron terminar por poco, y yo me lleve el premio al glotón del dia. No deje ni una migaja. Quizás si hubiera sabido la caminata que nos esperaba de aproximación al barranco, hubiese comido algo más ligero, pero es que el bocata estaba muy bueno. ¡Gracias Berni!
Unos minutos de relax, y empezamos la larga caminata de aproximadamente 1h30 a 2 horas.Sabíamos que iba a ser larga, pero lo que no imaginábamos es que fuera tan dura.Tomamos el sendero GR que se dirige hacia el Castillo de Acher, una buena pista, pero que subía directamente y con gran pendiente hasta un collado desde donde se daba vista a un pequeño refugio y a los murallones de dicha montaña. La subida a este collado fue muy jodida sobre todo por la hora que era y tan solo unos minutos después de haber llenado la panza. Menos mal que gran parte del trayecto se realiza en la sombra, metidos en un frondoso bosque. En algunos momentos me dieron ganas de tirar la puta saca cuesta abajo, pero esperaba que el esfuerzo mereciera la pena.
Empezamos el descenso hacia el barranco por unas rampas descompuestas de gran pendiente, que en poco tiempo nos dejan en el cauce. Sorteamos los primeros obstáculos de 6 y 5 metros respectivamente (son evitables por las orillas) y nos ponemos el neopreno antes del gran caos de bloques.Superado este caos llegamos a un primer rapel de 6m y posteriormente a un primer estrechamiento en donde nos encontramos con un rapel de unos 9 metros. A estas alturas ya estamos sorprendidos por lo que es la gran característica de este barranco: el color rojizo de sus piedras y ver como el agua toma ese color al pisar el fondo arenoso.
Salvado este 2 rapel, nos encontramos con una preciosa cascada de 24 metros de altura, y otro pequeño rapel de 10 metros. Posteriormente llegamos a una cascada de 15 metros, en la cual te tenias que anclar a un tronco que hay empotrado en el cauce, y que tenia una salida realmente jodida. Allí cada uno se las arreglo lo mejor que pudo, mientras los demás mirábamos atentos como lo hacía nuestro compañero. Superado este divertido obstáculo, llegamos a lo que para mi es uno de los rapeles más bonitos que he hecho. Una cascada de 40 metros con una repisa intermedia, estrecha, y que unido al tomo rojizo de la roca, hizo que se me grabara para siempre en mi memoria. Una cascada más de 30 metros en rampa y de nuevo otro gran caos de bloques y grandes rampas destrepables que castigaron y bien nuestras rodillas y pies. Así acabamos con la parte superior. Ya son casi las 8 de la tarde y comentamos si coger el escape, o bien realizar la parte inferior para conocer el barranco entero. Jesús lleva el dedo gordo de su pie bastante fastidiado, porque lleva unos escarpines 3 o 4 números más pequeños que le había prestado Ali, los suyos se quedaron en casa (seguro que no le vuelve a pasar) y yo empiezo a notar algo de dolor en mi rodilla del "crecimiento". Aún así decidimos seguir por el barranco y afrontar los otros 4 rapeles de esta parte inferior (de entre 5 y 15 metros). Ahora el andar por entre las rocas cada vez es más dificultoso, por el cansancio y porque se nos esta haciendo de noche. Cuando ya empieza a no verse un carajo, y como una aparición, surge ante nosotros la carretera que da acceso a Oza. Salimos justo a tiempo, y no nos hace falta utilizar nuestros frontales, pero aún tenemos que subir por esta carretera unos 30 minutos hasta llegar al coche.
La paliza al final si mereció la pena. El barranco es exigente en lo físico (sobre todo su aproximación) muy estético gracias a su color rojizo mezclado con el verde del bosque, y un barranco digno de repetir, aunque a una hora más temprana y sin tener la tripa tan llena.
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