Extraido de su crónica Canalahonda
No podíamos dejar pasar el puente de la
Constitución sin realizar ninguna aventurilla, por lo que el sábado noche,
aprovechando la visita al mercado navideño de Sarón, quedamos con Carlos y Ali
y mientras tomábamos unos “chupitos”, barajamos varias posibilidades. Había muchas ganas de pisar nieve y al final nos decantamos por el Parque
Natural de los Collados del Asón, para visitar Canalahonda.
A pesar de ser unas de las zonas menos
conocidas de nuestra región, es de las más hermosas. En ella podemos
encontrar la majestuosa cascada del nacimiento del Asón, que en esta ocasión tenía
mucho caudal producido por el deshielo.
Nuestra ruta parte desde el
aparcamiento del Parque Natural de los Collados de Asón (687 metros), una vez allí nos abrigamos bien, dado que aunque brillaba el sol, la temperatura rondaba los
5 grados. No tenía mucha esperanzas de encontrar nieve, dado que
solamente blanqueaba en las cotas más altas, por lo que fui el único en el
grupo en descartar el uso de polainas (gran error).
Comenzamos a ascender por una pista
ganadera que gana lentamente altura hasta el Alto de la Posadía (896
metros). Una vez allí, nos desviamos a la derecha, dejando el poljé de Brenavinto a la izquierda. Seguíamos viendo la nieve aún demasiado lejos, el sol empezaba a calentar y la
temperatura iba mejorando.
Continuamos por el sendero de la ladera,
hasta que nos encontramos con la Cabaña de Concinchao.
En este punto apareció
mucha nieve en el camino, unos 30 cm, fue en el momento en el que uno piensa,
”porque no habré traído las polainas”.
Dejamos atrás la cabaña atravesando un bosque
de hayas, que nos conduce al collado de los Lobos, una vez
superado, a nuestra derecha aparece la canal. Una pequeña cuesta nos
conduce a la famosa Canalahonda.
El canal tiene una longitud de
unos 700 metros, la primera sensación que se me paso por la cabeza fue a Moisés
abriendo una senda en las aguas del Mar Rojo, pensando que en cualquier momento
se nos podría cerrar el paso. Las paredes en algunos puntos superan
los 30 metros de altitud y con una anchura en varias zonas de hasta 100 metros. Como era de suponer había mucha nieve, pero al estar tan resguardado se
encontraba dura y se podía progresar sin problemas.
Una vez superado el cañón llego la
mejor parte de la excursión, como siempre, la hora del bocata. Mientras comíamos
algún dulce navideño que había traído Ali, divisábamos el radar militar en el
alto de Lunada, que controla el espacio aéreo norte.
Después de las fotos oportunas, y sin
mucha demora dado que los días en inviernos son cortos, nos volvimos a poner en
ruta. Para no retroceder por el mismo camino, continuamos la ruta con la idea
de volver por la parte inferior del valle. Cada vez la nieve se encontraba más blanda y costaba más progresar, por lo
que siempre se buscaban pisadas para aprovechar la huellas.
Cuando llegamos a
la parte inferior de valle, descubrimos que estaba todo inundado, debido a
las altas temperaturas, por lo que intentamos evitarlo por una finca. Aquí
llego el momento gracioso del día, Carlos fue el primero en intentar saltar una
fácil alambrada, casi al momento se escuchó en todo el valle un “Me caguen el
pastor”, en ese momento todos empezamos a reír dado que había un gran cartel
indicando que estaba encendido. Optamos por retroceder unos metros y
volver por la falda de la montaña, enseguida nos encontramos en el Alto de la
Posadía, donde ya solamente nos quedaba descender hasta el aparcamiento de los
Collados del Ason.
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