Llegamos a este bello pueblo, perteneciente al municipio de Cillorigo de Liébana, aproximadamente a la una del mediodía, y decidimos que es una hora muy buena para comer algo, y así no tener que cargar con mucha comida en la cueva. Sacamos las viandas y nos ponemos a comer a la entrada del Barrio de La Aldea, junto al puente que cruza el río Corvera. La temperatura es muy buena y se agradece mucho los rayos de sol que caen sobre nosotros.
Una vez hemos acabado de cambiarnos, nos dirigimos hacia la boca de la Cueva del Molino Canal. Seguimos un sendero que va por el margen derecho del río Corvera, siguiendo las canalizaciones subterráneas que nos conducen directamente a la boca, después de unos 20 minutos de aproximación. El caminar junto al cauce de este barranco, me está poniendo los dientes muy largos, una pena el que no se pueda realizar.
Sabemos que la cueva tiene un curso activo, llevamos los neoprenos en la saca, pero nadie se le ha puesto en la aproximación y tampoco lo hacemos en la entrada. Confiamos en poder esquivar el agua.
Poco a poco vamos entrando en la cueva por un tubo a presión. Unas tuberías de gran tamaño nos acompañan en nuestro recorrido y dificultan la entrada, hasta llevar a un pequeño lago. Estas tuberías son utilizadas por el pueblo de Bejes para la captación del agua.
En el lago nos topamos con la primera dificultad seria, hay que superar la poza de la mejor manera posible, sin mojarse mucho, pues nadie quiere ponerse el neopreno, confiando en que el agua pronto nos abandonará. Unos lo pasan por el lado izquierdo, bordeándolo, otros lo hacemos ayudándonos un poco de las tuberías, y salimos bastante bien parados de este paso.
Superamos ahora una pequeña cascada que da acceso a un meandro activo y estrecho con un paso sifonante. Buscamos alguna alternativa para no pasar el sifón, pero no hay nada. Allí estamos los 5, en ese estrecho e incomodo meandro con nuestro precioso neopreno en la saca. Alicia decide sacarle y darle uso. Es ella quien pasa el sifón y nos cuenta un poco lo que nos espera a continuación.
Hemos superado el sifón y el meandro sigue con las mismas características, hasta llegar a una pequeña sala de paredes blancas, que los exploradores llamaron Sala de la Mantequilla. De esta sala parte un nuevo trazado de meandro desfondado que sigue activo. En él encontramos un pasamanos que ayuda en la progresión. El paso es en oposición y bastante jodido. A mis dos compañeros les cuesta superarlo, e incluso Chus nos da un pequeño susto al dar un resbalón, quedándole la nariz pegada a la pared. Luego lo paso yo con bastante soltura, y claro, me dicen que me lo han puesto a huevo, que ya les he visto como lo hacían ellos. Después tenemos que hacer alguna trepada y superar una zona estrecha de meandro para dar por fin vista a La Cascada.
La Cascada es realmente bonita, y se supera mediante una cuerda de 18 metros que hay instalada. Uno a uno vamos superándola hasta llegar a la parte superior de ella. Cuando estoy llegando a la altura de mis compañeros, Alicia me dice que el meandro continua, y que cada vez es más estrecho. La progresión es bastante lenta, y pensamos en Oscar y Naghy que han salido hace ya un buen rato. Así que decidimos volver a bajar e ir saliendo para reunirnos con ellos. Bajo yo el primero, y desde la base de la Cascada, en donde me estoy quedando como un tempano, veo como baja Jesús. Luego lo hace Ali, y poco a poco vamos volviendo sobre nuestros pasos. Ahora el pasamanos es descendente y no nos cuesta tanto superarlo. Llegamos al sifón y otra vez a darnos un buen remojón, para poco a poco ir camino de la salida.
Cuando llegamos a la boca esta anocheciendo, nos hacemos unas fotos de rigor y emprendemos rapidamente el camino de regreso, pues si nos quedamos parados nos entra la tiritona.
Llegamos en poco tiempo al coche, en donde nos esperan Oscar y Naghy. Nos cambiamos mientras les comentamos como nos ha ido en la cueva, y comentamos que tenemos que regresar algún día, pero ya mentalizados de que hay que ponerse el neopreno desde el comienzo y traer también las botas de barrancos.
Sin perder tiempo cogemos dirección Potes, en donde tomaremos un chocolate caliente para entrar en calor, o una buena cerveza para recuperar líquidos, mientras esperamos que llegue Mónica para unirse a nosotros. Una vez estamos todos juntos nos dirigimos hasta Lon, donde pasaremos la noche en la posada Peñas Arriba.
Después de una buena ducha caliente, una suculenta cena y una larga sobremesa, en donde cayeron un par de botellas de crema de orujo (melón y cerezas), nos vamos recogiendo poco a poco, pues mañana nos espera otra larga jornada, esta vez de senderismo.