Presentación

Este es el blog de Carlos y Alicia, en donde os mostraremos las salidas a la montaña que realicemos solos o con nuestros compañeros y amigos.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Mina del Vidrio o Cueva de los Cristales


Después de descender el Barranco de las Tobalinas y comer algo, decidimos desplazarnos hasta la cercana localidad de Mier para visitar (si éramos capaces de localizarla) la pequeña Mina del Vidrio. Llevábamos unas buenas  indicaciones de nuestro amigo Pon, pero a la entrada del pueblo nos surgieron dudas, así que terminamos preguntando a un vecino del pueblo que amablemente nos indicó la ubicación de la mina y cual era el camino a seguir.


Más adelante, y para certificar que seguíamos por el buen camino, volvimos a preguntar a un ganadero que esperaba el paso de sus vacas junto a la estrecha pista que da acceso a la boca de la cueva. Ahora sí, con estas indicaciones llegamos al punto exacto en donde dejar el coche, muy cerca de una gran fuente que la compañía minera que explotó la mina construyó en el año 1956.


Nos cambiamos y comenzamos el corto camino de aproximación hasta la boca de la mina. Una corta galería minera pincha con una cueva natural. Destrepamos por un incomodo y estrecho agujero siguiendo un pequeño curso de agua, paso molesto en el que luchamos para no acabar mojados.


Superado este estrechamiento la cueva continua. Seguimos el curso del agua disfrutando de las numerosas cristalizaciones de calcita que hay en las paredes.


Un nuevo estrechamiento nos deposita en una sala de pequeñas dimensiones, pero con bonitos espeleotemas, observando pequeñas formaciones de tono verde y azul, desecaciones de barro, pisolitas anaranjadas, etc.


Después de pasar un largo rato disfrutando del lugar y tras desestimar continuar por un minúsculo agujero, volvemos sobre nuestros pasos, saliendo al exterior ya de noche cerrada, acompañándonos el sonido de los campanos de las vacas en nuestro camino de vuelta al coche.

               

viernes, 22 de noviembre de 2013

Barranco de las Tobalinas o Cañón del Jargú


Aprovechamos la tregua que la lluvia nos dio el pasado sábado, para ir a conocer este barranco de reciente apertura por parte de nuestros amigos Marisa y Pon. La verdad es que cuando supimos de su apertura nos llevamos un pequeño chasco, pues meses atrás habíamos comprobado que el barranco estaba sin equipar, pero por ir dejando el asunto al final se nos adelantaron, aunque por otra parte nos ahorrábamos el tener que limpiar buena parte del barranco, pues en muchos sitios la vegetación era tan densa que molestaría en la progresión.
Sin madrugar demasiado, o mas bien levantarnos cuando nos lo pidió el cuerpo, cogimos los bártulos y nos dirigimos hacia el Desfiladero de la Hermida, más en concreto hasta el kilómetro 169 de la carretera nacional 621, que es en donde finaliza el descenso. Poco más adelante encontramos a mano izquierda un pequeño ensanchamiento en donde dejamos el coche. Al otro lado de la carretera vemos un panel informativo con la descripción de la Senda de Jargu, camino que tomamos y que en aproximadamente 20 minutos nos llevo a la cabecera del barranco, superando una subida que gana altura rápidamente en continuas revueltas.


La senda de entrada al barranco la marca una columna de alta tensión, lugar en donde nos desviamos abandonando el camino para llegar al cauce del arroyo, con abundante agua después de toda la lluvia que había caído en días anteriores.
Comenzamos el descenso y ya desde los primeros metros sentimos un poco envidia sana. Esta primera zona en donde nos encontramos un pequeño rápel de 4 metros y a continuación otro de 25 metros, es la que reconocimos meses atrás. Si en aquella ocasión ya nos pareció digno de apertura, ahora con agua abundante más aún.


A continuación encontramos una zona bastante tomada por la vegetación que molesta un poco en el descenso, realizando otro par de rápeles de 6 y 15 metros respectivamente.


Llegamos al quinto rápel, una bonita cascada de 15 metros.

                           

Superada esta cascada volvemos a entrar en otra zona bastante tomada por la vegetación, montando el rápel 6, de unos 18 metros.


Encadenado  a este rápel encontramos el pasamanos de acceso a la cascada, en mi opinión, más bonita del descenso. La reseña de nuestro compañero la da una longitud de 30 metros, aunque la verdad es que tendrá unos 22 metros como mucho.

                           

El siguiente rápel, de unos 4 metros, lo encontramos equipado con una cuerda en fijo. Se trata de un estrecho paso bajo un tronco, al que le sigue otro rápel de unos 10 metros.


Llegamos a la parte final del barranco, en donde realizamos otro par de rápeles, el último de ellos opcional, y de inmediato salir a la carretera después de 1 hora y 30 minutos de descenso.

                           

El barranco, sin ser una maravilla, es bonito, estético y no tiene apenas tiempos muertos. Es ideal para combinar con su vecino La Toba, y muy recomendable descender ambos después de unos días de abundantes lluvias, como ha sido el caso de esta pasada semana. Por nuestra parte felicitar a Marisa y Pon por la apertura y el buen trabajo de limpieza que hicieron en el barranco.

               

miércoles, 20 de noviembre de 2013

El sendero del Monte Hijedo



Llevábamos unos días pensando en la idea de ir a realizar una ruta a un buen bosque para disfrutar de los colores del otoño, así que el domingo 10 de noviembre nos desplazamos hasta la localidad burgalesa de Santa Gadea de Alfoz para realizar la ruta del sendero del Monte Hijedo.
A la salida de este pueblo, en dirección a Higón, nos encontramos una pista asfaltada que nos llevó al punto de inicio del sendero PR-BU 30, lugar marcado por un panel informativo y una buena zona de aparcamiento.

                         

El sendero del Monte Hijedo permite conocer al visitante uno de los robledales de roble albar más extensos y mejor conservados de la cornisa cantábrica. Su gran valor reside en que es representativo de un bosque muy escaso en la actualidad pero que antaño debió cubrir una extensa superficie.


Los robledales comenzaron a sufrir intensas explotaciones en la Edad Media para cubrir las necesidades de leña y carbón. En el siglo XVII, para fomentar la construcción de navíos, la marina obtuvo privilegios en la administración de los bosques, permitiéndosele cortar todos los árboles adecuados para fabricar embarcaciones. Posteriormente en los siglos XVIII y XIX la madera de roble se utilizó para la elaboración del carbón destinado a las ferrerías. El Monte Hijedo, por su relativo aislamiento y como núcleo central de una gran zona boscosa resistió, pese a todo, estos avatares, aunque seguramente fue reducida su superficie primitiva.


En la actualidad, el bosque del Hijedo se recupera debido al abandono rural, el empleo de nuevos combustibles y la implantación de cortas selectivas a partir de la segunda mitad del siglo XX. Dentro del bosque y mezclado con el roble crecen hayas, tejos, acebos, avellanos, sauces, etc.


Comenzamos a caminar, bajo un cielo gris que por el momento no amenazaba con lluvia, por una pista bien conservada que en apenas 1,5 km nos llevo hasta la Cabaña de Hijedo, un pequeño y bello palacete de principios del siglo XX, desde donde comenzaríamos una ruta circular para conocer una minúscula parte de este bonito bosque.


Comenzamos un pronunciado descenso en busca del Arroyo del Hijedo, que discurre por el fondo del bosque. Esta parte fue la que más nos gusto de todo el recorrido, disfrutando a cada paso con los bellos colores que el otoño había dado a las hojas de los árboles.


Una vez llegamos al arroyo seguimos su curso, encontrándonos en una de sus orillas un bello tejo, con sus frutos en forma de arilo carnoso que rodea la simiente, de un intenso color rojo.


Continuamos con el agradable paseo junto al arroyo, para más adelante salir del bosque a un gran claro, haciendo un largo giro a la izquierda, siguiendo una pista que de nuevo nos introduce de lleno en el bosque por un camino más estrecho y cerrado que por el que transitábamos con anterioridad. Es en este trayecto en donde encontramos en nuestro camino un par de ejemplares de tejos centenarios, de proporciones importantes y unas formas peculiares.


Poco después abandonamos el camino unos metros, para contemplar desde un mirador natural la belleza y la grandiosidad del Monte Hijedo.


De regreso al camino continuamos hasta la  Cabaña de Hijedo, cerrando de esta forma el circuito por este precioso bosque que nos mostró sus encantos otoñales. Ya tan solo nos quedaba regresar por la monótona pista hasta el lugar en donde habíamos dejado el coche. Pero como aún era temprano decidimos dar un rodeo al Pantano del Ebro, e ir hasta el cercano pueblo de Villanueva para ver los restos inundados de la antigua iglesia.


De vuelta a casa, la lluvia que nos respetó durante toda la jornada, hizo apto de presencia, recordándonos  que esos días en que los pronósticos son muy malos en la costa, suelen ser un poco mejores en la meseta (aunque no siempre) siendo una buena opción para realizar salidas tan fáciles y bonitas como esta del Monte Hijedo.

               

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Peñas de Miera: La Cueva Juntarnosa y la Fresquera de Fiñumiga.



Bonita ruta circular la que hicimos el pasado día 27 de octubre Belén, Alicia, Mónica, Jesús y yo. El circuito lo empezamos en la localidad de La Cantolla (Miera) sobre las 10:30 horas, comenzando por error o despiste en el sentido contrario al track que llevábamos, pero que al final de la ruta resulto ser todo un acierto, pues si hubiésemos cogido el camino que sube directamente a los Pozos de Noja, el comienzo hubiese sido demoledor.
Tomamos una senda que al poco se convierte en un camino bien armado, adentrándonos en un bosque que ya empezaba a mostrar los primeros síntomas del otoño. Este camino es muy llevadero, ganando altura poco a poco entre prados, varias fuentes y cabañas pasiegas.


Vamos dejando atrás el bosque, saliendo a una zona más abierta, en donde tenemos algún despiste con el camino a seguir, pero pronto encontramos el sendero que nos adentra en pleno karst de Miera, caminando junto a numerosas dolinas de gran tamaño que hacen de la subida un bello paseo.


Llegamos a un collado, dirigiéndonos caminando junto a un cercado de piedra a una cercana cabaña, desde donde ya tenemos una buena visión de la depresión de Juntarnosa  (amplia dolina con una cabaña en su parte mas baja) en donde se ubica la Cueva de Juntarnosa. Caminamos decididamente hacia la cueva por el lateral de la dolina, intentando no perder mucha altura. Durante este trayecto encontramos una mantis religiosa, situación esta que se repetiría posteriormente en numerosas ocasiones durante toda la vuelta que dimos a la gran dolina.


Llegamos a la Cueva de Juntarnosa, que no es más que un puente de roca que horada la cresta en unos 30 metros y que posee una leyenda sobre los Enjanos, pequeños seres míticos que la habitaban y molestaban a las personas y al ganado, aunque a nosotros no nos molestaron y pudimos hacernos una foto tranquilamente.


Dejamos este bonito lugar y nos dirigimos hasta otro de los laterales de esta gran depresión, desde donde las vistas hacia Linto y el valle de Lunada son espectaculares.
Continuamos con la vuelta a la depresión de Juntarnosa, hasta llegar de nuevo al lugar en donde comenzamos con este recorrido por la dolina. Ahora ganamos altura para volver a caminar por un sendero que nos llevó hasta una cabaña, aprovechando para parar y ponernos a comer.


A partir de aquí el camino discurre entre numerosas cabañas, casi todas con fuentes y pozos en las proximidades, prados y zona arbolada hasta llegar a la Fresquera de Fiñumiga, construcción que data del año 1964 y esta relacionada con las Reales Fábricas de Cañones de Liérganes y La Cavada, debido a la frecuente necesidad de hielo para tratar a los trabajadores con quemaduras.


Su funcionamiento se basaba en la acumulación de grandes cantidades de nieve en invierno, que mediante presión se convertía en hielo, estando la conservación garantizada por su localización en una profunda y umbría hondonada rodeada de hayas, y por su estructura de muros gruesos, a cal y canto, con techo en falsa cúpula que se cubría también de nieve. La fresquera tenía una capacidad para 20 toneladas de hielo y fue una de las más destacadas de Cantabria, siendo la que se mantuvo en funcionamiento durante más tiempo.

                          

Continuamos con la ruta hasta llegar a enlazar con la Calzada de las Peñas, antiguo camino que fue realizado para bajar los troncos de estas montañas con destino a las Reales Fábricas de Cañones de Liérganes y La Cavada, motivo por el cual esta zona de Cantabria está tan deforestada. Nos acercamos hasta un collado con intención de ver, aunque fuese de lejos, los Pozos de Noja, pero nos damos la vuelta y emprendemos el camino de bajada por la calzada, que desciende decididamente hacia La Cantolla.


Este bonito camino da paso a una pista de cemento con tramos de gran pendiente, en donde comentamos lo acertado de realizar la ruta en este sentido. Llegamos de nuevo a La Cantolla sobre las 16:30 horas, sorprendidos por esta bella y cómoda ruta, aunque algo perdedora si no se dispone de gps y aún con tiempo de irnos a picar y tomar algo en un cercano restaurante.

                


viernes, 1 de noviembre de 2013

Pin el Cariñoso. Visita a una de sus guaridas.


El sábado 26 de Octubre nos desplazamos hasta la localidad de Merilla ( Belén, Alicia y yo) para visitar una pequeña cueva que el "Cariñoso" y su grupo utilizaban como guarida. La cueva es de pequeño tamaño, teniendo tres entradas (una de ellas actualmente colmatada) que sin duda servirían para una rápida huida en caso de emboscada. Recorremos todos los recovecos de la cueva, hasta encontrar en una zona abovedada el refugio de estos maquis. Vemos unos muros, una parte de la pared quemada por las fogatas que allí hacían, varios enseres personales tirados por el suelo, etc y nos imaginamos lo duro que sería la vida allí dentro.


Como la cueva es pequeña y no tenemos ninguna prisa, nos dedicamos a hacer fotos tranquilamente, antes de volver al exterior y dar por concluida esta rápida visita. Pero, ¿quien era el Cariñoso?
José Lavín Cobo, "Pin" el "Cariñoso", nació en Liérganes. Fue  cenetista y sargento republicano del Batallon de la CNT "Libertad" que tan bravamente peleó junto a sus camaradas asturianos en los Picos de Europa ante las fuerzas rebeldes. En vez de intentar huir de la sangrienta represión, vuelve a trabajar de panadero con su tío Pepe Lavín en San Roque de Riomeira cuando cae el frente del Norte. Sabe que no ha cometido ningún delito de sangre, pero la Guardia Civil se presenta en la panadería y le detiene para conducirle a la sede de la Falange. "Cariñoso", consciente de que le espera el paredón de fusilamiento, reduce al guardia y se fuga de la sede falangista, tomando el camino del Monte.


Entre los guerrilleros de Pin figuraban Belisario Lavín Cobo, Nemesio Hazas Arce, su hermano Rafael "El Ferroviario", Constantino "El Madrileño", Ramiro Agudo, Andrés "El de la Valienta", Plácido, Manuel, Raimundo Casar Acebo "Tampa", Domingo Samperio "Rada", Dolores Lavín Cobo "Lola", Marcos Lavín Cobo "Cenizo", su primo Pedro Lavín "Melenas", Orestes García, Víctor "El Americano" y "El Asturiano". Este grupo fue completamente exterminado por las fuerzas represivas, y acto seguido continuaron su obra con metódica saña con sus familiares y con todos aquellos que les habían prestado ayuda.

Como han tenido que reconocer sus enemigos posteriormente, "Lavín consiguió crear una partida bien organizada y peligrosa". En la primavera de 1940 “el Cariñoso” se instala con sus hombres en la Sierra de Hornijo, con puntos de apoyo en la zona de Liérganes (en el Puerto de Alisas) y también en la propia capital, donde tiene numerosos adictos, gracias a los cuales logra montar una excelente red de enlaces e informadores.


"Pin" o "Cariñoso" de gran valentía, casi temerario pero astuto como un zorro, como muchos líderes guerrilleros era muy carismático, dotado de una gran personalidad, que no dudaba en disfrazarse de militar, cura o guardia civil, paseándose tranquilamente por lugares públicos. Se convirtió en la auténtica obsesión de sus perseguidores, entre ellos el Gobernador Civil de Santander. Mientras los guardias civiles le buscaban afanosamente por los montes, "Cariñoso", disfrazado de marinero se paseaba por El Sardinero, o el Paseo de Pereda de Santander.

En los albores de 1941 se reúnen con él su hermano Pedro "el Cenizo” y dos primos hermanos, Laureano Lavín Gómez “Paisa” y Dolores Lavín “Lola”. Se le atribuyen, en tan corto espacio de tiempo, una docena de golpes económicos, un secuestro y tres enfrentamientos con las fuerzas del orden. En el verano de 1941, los grupos especiales de la Guardia Civil inician una serie de investigaciones con vistas a la localización y la eliminación de esta partida.



La búsqueda del “Cariñoso” fue una auténtica caza al hombre y que fue precedida de un sinnúmero de detenciones, con interrogatorios salvajes en los que los interrogados estaban a merced de quien los detenía. “El Cariñoso” y sus compañeros vendieron muy cara su piel. En agosto de 1941, debido a un delator, su enlace Escalante, se descubre un piso franco de la unidad en el nº 44 de la calle Santa Lucía y se entabla un violento tiroteo en el portal, en el que muere “Cariñoso”, vendiendo cara su vida, pues caen heridos varios miembros de la Guardia Civil en el tiroteo. Al día siguiente, sus dos hermanos, Marcos "Cenizo" y Dolores "Lola" y su primo Pedro son sitiados en Ojaiz, un barrio de Peñacastillo, en donde serían asesinados sádicamente. 


Días más tarde las fuerzas represoras terminan su tarea acribillando a Santiago Martín Fernández en Orejo, que también pertenecía al referido grupo. Estas operaciones fueron dirigidas por el Gobernador Civil, Carlos Ruiz García y llevadas a cabo por su brazo ejecutor, el famoso Capitán Herrera.
Su mujer, María Solano, embarazada de pocos meses, se salvó milagrosamente a pesar de las troturas y patadas en el viente. En vez de ser fusilada, es indultada e ingresada en prisión por estar en estado. De nacionalidad norteameria, pudo ser exiliada a EEUU al salir de la cárcel junto con su hija Josefina (en memoria de su padre) gracias a las gestiones del consulado norteamericano.