Después de descender la parte final del Arado nos desplazamos hasta la cercana localidad de Fafiao, para realizar el descenso del Cañón de Fafiao. Tras algún despiste localizamos la pista que nos acerca al final del cañón, pero antes de comenzar con la aproximación comemos algo bajo una temperatura muy agradable.
Comenzamos a caminar por el que creemos es el camino correcto, una pista bastante cómoda de andar, el cañón es bien visible durante los primeros metros, pero poco a poco nos vamos alejando, ganando mucha altura, hasta el punto de darnos cuenta que hemos metido la pata hasta atrás.
Intentamos buscar un camino que nos baje hasta el cauce, aunque no sea el camino correcto, pero al final no conseguimos llegar hasta el agua. Decidimos volver sobre nuestros pasos y buscar el camino correcto, encontrando por fin el puñetero sendero, que ya sin pérdida nos llevo al puente que marca el comienzo del descenso. Entre despiste y despiste tardamos 1 hora y 35 minutos en la aproximación, que en teoría eran 35 minutos.
Lo primero que hacemos antes de empezar el descenso es darnos un buen baño y refrescarnos después de una agotadora aproximación. Comenzamos caminando por un cauce ancho ( tónica general del descenso) entre enormes bloques de granito, realizando destrepes y encontrando algún pequeño oscuro.
Más adelante nos encontramos con un curioso paso (del sifón colgado) un pequeño agujero por el que nos introducimos en la oscuridad que proporcionan los enormes bloques.
Continuamos con el descenso, muchas veces nos cuesta dar con el camino correcto entre los bloques, dentro del ancho cauce. Llegamos a un bonito rápel, denominado ¿Donde esta el GPS? en cuya base pasamos un buen rato saltando en una amplia pozo de color verdoso.
Otro nuevo caos de gigantescos bloques nos espera por delante, realizando numerosos destrepes y encontrando algún pequeño rápel más antes de llegar al final del descenso, que al final sería el último de nuestro viaje.
Realizamos el camino de retorno sin ninguna pérdida, nos cambiamos y volvemos hasta el pueblo para tomar unas Super Bock bastante baratas. Aquí nos despedimos de nuestros amigos gallegos que nos acompañaron durante esta jornada y nos aconsejaron posibles descensos para el día siguiente.
La vuelta al camping se hace algo pesada. A nuestra llegada tomamos algo, cenamos y planeamos alguna trampa para despertarnos en caso de que el animal que nos visita cada noche vuelva. Sobre las 5 de la mañana nuestra trampa funciona, unos trastos estratégicamente colocados caen al suelo, alertándonos de la presencia del animal, que no llegamos a ver por completo hasta la mañana siguiente. Las primeras luces del día nos dejan ver a nuestro inquilino, un pequeño perro que seguramente algún desalmado dejó abandonado en el camping, llegando a encariñarnos bastante con el animal.
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El día amanece lluvioso, muy lluvioso, el barranco que pretendíamos descender por la mañana antes de emprender el retorno lo tenemos que dejar. Recogemos todos los trastos como buenamente podemos bajo la lluvia y comenzamos el viaje de vuelta, aprovechando para realizar algo de turismo por Sanabria y de esta manera cerrar un puente de la Aparecida en el que tuvimos que adaptarnos a la lluvia, quedándonos algún descenso pendiente, que con el tiempo habrá que volver a conocer.