El sábado día 22 de septiembre nos fuimos a visitar esta cavidad situada en Barrio de Arriba (Riotuerto). Esta cueva fue explorada y topografiada por el SCC durante los años 2008 y 2009, dejando el desarrollo en 1750 metros, aunque como vimos tras esta visita se pudieran sacar varios cientos de metros más.
Llevábamos mucho tiempo posponiendo la visita a esta cavidad, los que la conocían hablaban maravillas de ella poniéndonos los dientes largos, y por ese motivo no podíamos dejar pasar la oportunidad que nos daba Juan de ir a visitarla. Al final un amplio grupo del club (10 personas) nos juntamos en la estación de Solares sobre las 11 de la mañana, para guiados por Juan y Oscar Martín (los dos únicos que conocían la cueva de los que nos apuntamos a la visita) dirigirnos hasta La Cavada. Allí tomábamos un desvío a la derecha que callejeando paralelos a la carretera que sube hacia el puerto de Alisas, nos conducía en poco tiempo a toparnos de frente con un minúsculo puente, corriendo por debajo de él las aguas de la surgencia del Molino La Riega. Aparcamos junto al puente y después de prepararnos comenzamos el corto acceso hasta la boca de entrada, la cual localizamos rapidamente, aunque después de que surgiera alguna duda.
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Los primeros metros los hacemos destrepando hasta llegar a un "maldito y pequeño agujero". Fonso es el primero en pasar y dar ánimos al resto comentando que se pasa bien. Uno a uno van pasando, unos de una manera y otros de otra, con mejor o peor suerte, hasta que es mi turno. Al final el paso El Estrujón me deja pasar facilmente, aunque tuve que hacer alguna filigrana al no pasar con los dos brazos por delante.
Una vez superado El Estrujón nos encontramos con una escala que sube a un nivel superior, pero la cueva continua por una larga zona agaterada en la que el uso de rodilleras era muy recomendable. Una vez acabada esta primera zona de la cueva en la que se va bastante tiempo arrastras, por fin nos podemos poner de pie al llegar a las primeras grandes salas, disfrutando de bellos rincones, como en el Salón de la Lámpara.
Seguimos avanzando y nos encontramos un sencillo pasamanos que superamos con facilidad. Según nos comentaba Juan, el agua tenía que haber hecho apto de presencia hacia ya mucho tiempo, pero la sequía que estamos padeciendo nos estaba brindando la oportunidad de continuar con la visita ( no estaba previsto visitar la zona de agua) sin necesidad de neoprenos. Superamos un par de pasos sifonantes, que en esta ocasión estaban completamente secos, teniendo únicamente que apartar un poco la fina arena para facilitar el paso por ellos.
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El segundo de los pasos nos conduce a las salas mas grandes de la cueva, el Salón de las Pisolitas y el Gran Salón, en donde Juan nos indicó que encontraríamos una botella de champan (vacía) que no se quien o con que intenciones metió en la cueva. Desde el Gran Salón un largo meandro nos lleva superando bellos rincones muy concrecionados y numerosos gours hasta una sala en donde la topografía dejaba una incógnita, pues decía que esa zona estaba sin explorar. Fonso y Ali se pusieron a fisgar un poco mientras el resto continuábamos.
Sin pretenderlo estábamos avanzando hacia el final de la cueva sin habernos mojado ni siquiera los pies, situación esta que en épocas de lluvia hubiese sido imposible. Superamos sin ninguna dificultad el engorroso Paso del Pocholate, al que sigue la Galería de los Gours, en donde encontramos el Jacuzi de Manulete y algún bello gour más.
Llegamos a la zona final de la cueva, finalizando entre un caos de bloques inestables, aunque también hay una chimenea por la que pudiera tener continuidad la cueva. Decidimos ir regresando hacia el exterior, pero antes paramos a comer una vez superados los pasos sifonantes, lugar en donde habíamos dejado las mochilas para no cargar con ellas. Con la tripa bien llena, aunque esta vez me cuidé un poco para poder salir por el dichoso paso El Estrujón, jeje, vamos saliendo, aunque aún echamos un vistazo a un piso superior en donde el SCC estuvo intentando una desobstrucción aunque sin mucho éxito.
Esta vez El Estrujón no fue tanto, y es que al pasar con los dos brazos por delante, haciendo las cosas bien, salí sin dificultad. En poco tiempo estábamos de nuevo en el exterior, después de unas 5 horas de visita a la cueva, disfrutando de la buena temperatura que hacia en la calle y saboreando una fresca birra que habíamos dejado a nuestra entrada.
De camino al coche aprovechamos para visitar la Cueva de la Riega, situada a escasos metros por debajo de La Verde, y por donde sale el agua que alimenta el Molino La Riega (ya en desuso).
Una vez cambiados volvemos a La Cavada, en donde tomamos algo en una terraza aprovechando la buena tarde que hacía, charlando un largo rato sobre la preciosa cueva, que por fin después de tanto tiempo nos había mostrado sus encantos, algo mermados por la falta de agua según los que la conocían. Quizás con el tiempo habrá que hacerle una nueva visita para conocerla en todo su esplendor.