El viernes 16 de agosto, nuestro segundo día de vacaciones por la zona de Ainsa, nos desplazamos hasta la localidad de Badaín para descender la Garganta de Irués. Cuando llegamos al pequeño pueblo aparcamos en un ensanchamiento que hay en las afueras de la población, puesto que en el interior está prohibido el estacionar a los no residentes. Preparamos las cosas y cogemos una pista ascendente a la derecha, justo en la misma entrada del pueblo, que se dirige hacia El Chorro y las Fuentes de Fornos. El camino esta bien señalizado y a los pocos minutos abandonamos la pista principal para adentrarnos en el valle del Irués, siguiendo un sendero sin apenas desniveles que atraviesa un bonito bosque, situación esta que agradecimos, pues fue muy agradable realizar toda la aproximación en la sombra.
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Después de 45 minutos de caminata llegábamos al puente que cruza la garganta de Irués, viendo el abundante caudal que llevaba el río. Tras un pequeño ascenso tomábamos una senda a la izquierda que nos llevó sobre las espectaculares Fuentes de Fornos, surgencias de gran caudal de agua subterránea que se mantienen todo el año y aporta caudal al río Irués.
Después de visitar durante unos minutos la surgencia retomamos el camino hacia El Chorro, llegando a él tras 1 hora y 30 minutos de aproximación, encontrándonos el salto de agua seco completamente, cosa por otro lado comprensible pues suele estar activo en época de deshielo y tras lluvias.
Lo primero que notamos al comenzar con el descenso, es que el agua estaba muy, muy fría. Durante el primero de los tres estrechos que forman este descenso, nos sorprende y admiramos el impresionante color azul celeste de las aguas.
Montamos algún pequeño rápel, más que nada por precaución, pues el intenso color de las aguas no dejaba ver el fondo del río y atravesamos largas badinas que te dejaban helado. Menos mal que en cuanto salías del agua recuperábamos la temperatura rápidamente.
En el segundo de los estrechos encontramos más de lo mismo, pequeños resaltes y badinas importantes dentro de un ambiente de vegetación exuberante.
Después de superar un gran caos de bloques al finalizar el segundo estrecho, llegamos a la parte más bonita de todo el descenso, justo en la confluencia con las Fuentes de Fornos. Si la parte alta de las surgencias ya era bonita, en su parte baja el ambiente es espectacular cayendo gran cantidad de agua por un lateral del barranco y formando impresionantes cascadas que nos dejaron con la boca abierta.
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Tras disfrutar un largo rato de tan mágico lugar, retomamos el descenso encaminándonos hacia la parte final del barranco, en la que nos llevamos el susto del día y de todo nuestro viaje. Después de haber superado un pequeño rápel, y al ir Alicia a atravesar el cauce en una de las numerosas veces que hay que hacerlo, en el último esfuerzo que había que realizar para subir a una cornisa rocosa sufrió un resbalón que le llevó a mitad del cauce, dejándola a merced de la fuerte corriente, no teniendo más opción que dejarse llevar. Tras unos primeros segundos en los que por nuestra situación no conseguíamos darla vista, logramos al fin verla nadando en el centro de una gran badina, no sabiendo cual era su estado. Cuando llegamos a su lado nos la encontramos tiritando de dolor y nos comenta que un pie se le metió entre dos piedras. Afortunadamente no hubo rotura, tan solo un fuerte golpe. Tras darla un antiinflamatorio y tiempo para que se recuperara, la ayudamos a ponerse en pie para ver si podía continuar. Afortunadamente estábamos concluyendo el descenso y yendo con mucha precaución logro llegar al puente que marca el final del barranco.
Pero aún nos quedaban unos 45 minutos de retorno por el sendero que habíamos realizado a la ida, que con un poco de calma y ayudada porque el dolor había ido disminuyendo consiguió llegar por su propio pie hasta Badaín.
Mientras comíamos algo sentados en la carretera, junto al coche, hablábamos de si la jornada de barrancos la dábamos por concluida o realizábamos algún descenso más. Al final decidimos que no era bueno arriesgar teniendo Alicia el pie en mal estado, y ademas la lluvia hizo apto de presencia de forma débil, siendo un presagio de la gran tormenta que nos cayo encima por la tarde, mientras estábamos de visita por Ainsa.