Después de una semana dura de curro, no teníamos ganas de meternos mucha caña. Por eso buscamos una sencilla ruta para pasar la jornada del domingo en compañía de Chus y Mónica. Al final optamos por ir a realizar la ruta del Acebal de Abiada, con la esperanza de poder pisar algo de nieve durante la realización de la misma.
La Senda del Acebal sale de la plaza de Abiada, deja el casco rural por el oeste y cruza el puente Torceda, para adentrarnos en el territorio del río Guares. Durante todo este trayecto la presencia de nieve era escasa en nuestro camino, pero al llegar a la zona de la Poza, en donde estuvimos realizando un poco de patinaje, nos ponemos definitivamente las raquetas.
Continuamos por la pista en dirección a los invernales de Sopeña, abandonándola en ocasiones para buscar zonas con más cantidad de nieve acumulada y no tener que quitarnos las raquetas.
Poco a poco nos vamos acercando al acebal y encontrando en nuestro camino algún ejemplar aislado de acebo.
El sendero nos lleva, después de superar una valla ganadera y un pequeño puente, hasta esta magnifica mancha arbustivo - forestal de acebo. El acebo es un árbol que puede llegar a medir 12 metros de altura y vivir 500 años, su tronco es recto, porte piramidal y con copa densa y ramosa desde la base. El acebo tiene una madera muy dura y compacta muy estimada en ebanistería.
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El hecho de fructificar en invierno le da a esta planta un valor ecológico muy importante, al ser una buena fuente de alimento para muchas especies, especialmente de pájaros, en la estación más dura por la escasez de recursos.
Superado el bosque llegamos al Prao Nestosa y nos ponemos a buscar un sitio al sol en donde poder sentarnos a comer tranquilamente, antes de volver a emprender la marcha. El camino de retorno lo hacemos siguiendo el cauce del río Guares, el cual tenemos que atravesar en más de una ocasión, situación algo incómoda con las raquetas puestas.
Atravesamos un bonito hayedo, y ya de nuevo en cotas más bajas vamos zigzagueando en busca de la nieve, puesto que las calvas en el suelo son cada vez mayores. Al final optamos por quitarnos las raquetas y continuar con el descenso hacia el Pozo de La Ureña, en donde encontramos una pequeña y escondida cascada. Desde este lugar tan solo nos queda seguir por la pista, que hacia el este nos lleva de nuevo a Abiada.
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