Viernes 2 de agosto. Aprovechamos un rato libre que teníamos en la tarde calurosa y tormentosa, para visitar y conocer este barranco 100% de coleccionistas. Ya desde un primer momento sabíamos más o menos lo que nos íbamos a encontrar, así que no llevábamos grandes expectativas, tan solo queríamos darnos un baño que sofocara nuestro calor.
Cuando llegamos a Ramales cogemos el desvío hacia La Gándara, para a unos centenares de metros más adelante encontrar un monolito de piedra a mano derecha de la carretera. Este lugar marca el final del barranco y hay un reducido espacio para dejar un coche, pero como nosotros no disponíamos de dos vehículos, nos fuimos hasta el lugar donde dejar el coche bien aparcado, junto a una casa de obras públicas con un gran cargadero de sal, situada a escasos 1500 metros.
Nos cambiamos y por la parte izquierda de la casa bajamos hacia el cauce del río, aprovechando la limpieza que han realizado los operarios de la red eléctrica y buscando el mejor camino para llegar hasta el agua (10 minutos).
Del descenso poco que contar, nos encontramos con un gran río en el que no hay que realizar ningún rápel. En este tramo del río Gándara lo que predominan son los tramos de rápidos y grandes badinas de nado con un agua no muy limpia, todo ello dentro de la abundante vegetación del bosque Bocarón.
Se puede buscar algún salto desde las orillas rocosas, pero hay que tener mucho cuidado, pues no en todos los sitios cubre lo suficiente.
El descenso nos llevo 1 hora y 30 minutos, saliéndonos del río tras salir de la hoz, aunque lo hicimos jabalineando y un poco antes de lo que la reseña nos marcaba, pero a escasos metros del monolito de piedra. Ya tan solo nos quedaban unos 20 minutos de regreso a la casa de obras, para de esta manera dar por concluido este descenso, que por otro lado creemos que ya hemos realizado dos veces: la primera y la última.
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