Aparcamos nuestro coche en una zona ancha de la
carretera que encontramos libre de nieve,
un poco más adelante de pasar la Venta Tajahierro. Al llegar a la pista que
sale hacía la derecha y se dirige a Sejos nos calzamos las raquetas y comenzamos a caminar teniendo unas buenas vistas de la Venta Tajahierro. Esta es un viejo caserón con muchos años de presencia en este lugar
y que ya en el siglo XIII era la abadía de Santa María de Hozcaba, punto de
acogida para los que transitaban por lo que fue calzada romana, ruta medieval y
camino carretero. Al poco rato nos encontramos un llamativo peñón calizo
que se conoce con el nombre de El Castrón y que se encuentra en el lado derecho
de la pista. A continuación entramos en una amplia vaguada ocupada
por el monte de El Bosco, con varios arroyos que van a parar a la canal del mismo
nombre.
En poco tiempo pasamos por la Braña del Agua, en el
centro de una cuenca, ocupada en su parte alta por un bosquecillo de abedules y
serbales.
Seguimos subiendo por la pista principal dejando a la
derecha la Braña de Bustandrán, que cae por una fuerte pendiente hasta cerca de
la carretera. Desde esta altura tenemos el lujo de poder divisar a nuestras
espaldas los montes de Pas con Castro Valnera, el Picón del Fraile y el
Porracolina.
A continuación entramos en el Barranco de Ocejo, donde
destaca un refugio a la izquierda de la pista y un poco elevado sobre esta. Como
ya era hora de comer aprovechamos para ponernos manos a la obra y subirnos a comer
al tejado, disfrutando de unas amplias vistas y comentando si nos volvíamos por
el camino de ida o bien intentábamos realizar una ruta circular descendiendo
por la Braña Reburdiajo y el Barranco de Ocejo. Al final esta fue la opción
escogida, aún a sabiendas de que al llegar a la carretera de Palombera nos
esperarían unas cuantos kilómetros por asfalto hasta el lugar donde habíamos
dejado el coche.
Después de un buen bocata, cayeron arándanos,
almendras, chocolate, etc, y el ponerse a caminar de nuevo costó bastante. Tras
dejar atrás el refugio nos encontramos una larga curva a la izquierda, buscando
a la derecha entre la gran cantidad de nieve acumulada la pista que desde la Braña de Reburdiajo y en fuerte
descenso nos llevó de nuevo al asfalto del puerto. Esta fue la parte más
divertida de toda la ruta, pues con las caídas y resbalones en la abundante
nieve nos echamos unas buenas risas.
Tocaba ahora la parte menos divertida, subir por la
carretera hasta el coche, ofreciéndose Chus
y Alicia a subir a buscarlo mientras el resto esperábamos que algún alma caritativa
les cogiera en su vehículo y los subiera hasta la Venta Tajahierro. No hubo suerte
y tuvieron que andar los cinco kilómetros que nos separaban de la furgoneta a
pie, como nos comentaron cuando llegaron a nuestro lado, ya anocheciendo y con
una temperatura que iba bajando rápidamente. Nos cambiamos y rápidamente a la
furgo a entrar en calor. De vuelta a casa paramos en Cabezón de la Sal a
tomar algo y disfrutar durante poco tiempo de su peculiar carnaval, una semana
más tarde que en el resto de los lugares.
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