Una vez todo el equipo de nuevo en Valporquero, comenzamos a caminar por mitad del pueblo, atravesándolo con tendencia a la izquierda hasta toparnos con una fuente, que indica que vamos por el buen camino. Enseguida cruzamos una portilla y a partir de este momento tan solo tuvimos que seguir durante 30 minutos un camino bastante evidente que nos llevó hasta el cauce del arroyo, bastante seco por cierto, y eso que la organización en su información decía que el agua era abundante. Seguimos aguas abajo por la orilla hasta que encontramos la primera de las dificultades, un rápel de unos 6 metros cuya poza de recepción estaba estancada, no invitando mucho a entrar en ella.
Seguimos con un centenar de metros por cauce abierto hasta toparnos con la zona engorgada del barranco, en donde nos encontramos el segundo de los rápeles del descenso, de unos 10 metros.
Algún pequeño resalte más y enseguida nos encontramos el siguiente de los rápeles de 7 metros, en cuya base había una buena poza para saltar, pero la verdad es que a pesar de haber muy poca y estar estancada, el agua estaba muy fría, no atreviéndonos ninguno a realizar el salto.
De inmediato los otros dos rápeles que quedaban para concluir el descenso, uno de 10 metros y el otro de 8.
Superado un último resalte que evitamos por la izquierda, dábamos por acabado el descenso de este pequeño y modesto barranco (1 hora de descenso) que de haberlo pillado con agua hubiese ganado bastante, para enseguida dar vista al camino de acceso a la Cueva de Valporquero, hacia la cual nos encaminamos decididamente.
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