8-06-2013 Crónica de Antonio |
La lluvia no cesaba de caer de forma pertinaz a lo
largo de una sucesión interminable de días. Aun así, mientras nos vestíamos con
los monos, ceso brevemente. El Cura había pinchado una rueda en su viaje desde
Oviedo. Eso significaba un retraso importante, así que dejamos como guía a Manu
y Marta y partimos hacia el mundo subterráneo. Nosotros mismos habíamos ido
retrasándonos sin cesar: a las diez en Mompía, a las diez y media en La
Gándara, a las once en la Gándara… se percibía cierta tendencia a la desgana, a
irnos a tomar rabas con blancos. Pero al final, había perdido la cuenta de la
hora, llegamos a la entrada del Mundo Subterráneo.
Los accesos a la Mina Sel del Haya han
mejorado notablemente. Ahora no hay que botar una canoa para llegara a la
cancela. Y también han adecentado la verja de entrada. Sin embargo el control
que esperaban conseguir poniendo un candado se ha visto enmendado por la
realidad de los hechos: ya no hay candado.
Unas
cuantas cuestas abajo por la mina y un breve desvío nos ponen en el comienzo de
un alto meandro que se desfonda intermitentemente. Lo peor, sin embargo, no es
el tener que transitar varios largos pasamanos, sino la aparición de un barro
que tapiza todo, desde suelos a techos. Un barro pegajoso y consistente que se
adueña de todo lo que toca. Las botas pesan cinco kilos más de barro, la saca está
embadurnada así como los guantes y el mono. Abandono la idea de sacar la cámara
para hacer fotografías en este lugar. Un incomodo desviador multiplica su
dificultad debido al resbaladizo barro que tapiza los muros del meandro. Cada
paso hay que afinarlo y controlarlo. Hay que poner diez veces más fuerzas para
estabilizar la posición en las oposiciones y trepadas. Al final, como todo,
esto se acaba, pero ahora estas en un estado lamentable. Rebozado de pringoso
barro que te hace asquearte de ti mismo. Y, para colmo, entrando en una zona de
delicados y raros espeleotemas.
Si
bien había dudado entre dedicarme a hacer fotos o balizar, ahora no me cabía la
menor duda de lo que tenía que hacer ese día allí: intentar preservar lo mejor
posible la belleza de la galería diseñando y montando la balización adecuada.
A la salida de la zona de laminadores en una encrucijada montamos el
campamento, extendimos los materiales y nos organizamos. Las estacas las
pondríamos Ali y yo mientras Juan Carlos iba haciendo fotos. La
dificultad consistía en tener que balizar en zona de laminadores, algunos
bastante bajos, y con el suelo muy irregular.
El
proceso de taladrar llevo un buen rato. Las posturas de trabajo eran muy
forzadas. Pusimos estacas cortas mayoritariamente debido a que la altura de
tránsito era muy escasa. Cuando estábamos acabando en dirección hacia la salida
nos encontramos con Adrián, Manu y el Cura que venían del meandro. Para poner
hilo hicimos dos equipos: uno formado por Ali y yo y otro por el Cura
y Adrián. Acabamos pronto gracias a esto. Sin embargo Ali y yo nos
turnamos poniendo caperuzas para descansar un poco.
Una
vez acabada la balización nos reunimos para comer en la encrucijada.
Cuando acabamos eran las cuatro de la tarde. Me despedí del grupo e inicié en
solitario la salida. Tenía que salir temprano. Según me contaron después, la
exploración fue un éxito. Se topografió más de cuatrocientos metros
de galerías inexploradas. Pasadas las diez salieron dela cueva-mina. Sin dudad
este camino rápido a pesar de su barro va a relanzar la exploración de Luna
Llena.
Había una vez, un
grupo de espeleo formado, este sábado ocho, por Alicia, Marta, Antonio, Pelos,
Sean, Nacho, Carlos, Qra y yo, que no sabía, que no podía recordar desde cuando
se habían juntado tantas personas para explorar. Han debido de pasar uno, dos o
tres años desde el inicio de exploración de torca Urbio, en que se observara
reunirse a un equipo tan numeroso para esta finalidad.
Volvemos a insistir en el último sector de la galería Sur de
Luna Llena. Como ya sabéis, los que estéis al día, ahora accedemos a este lugar
de una manera más abreviada, aunque no menos sufrida. Antes de haber
entrado, y como casi siempre, el Qra nos comunica vía whatsapp que se
retrasará, ha tenido un pinchazo. Decidimos esperarle Marta y yo, mientras se
adelantaban Pelos, para reequipar la instalación, y Antonio con los demás, para
empezar la balización en esa zona.
Cuando llegamos a la Sur, Qra se queda con el Pelos para
sustituir la cuerda del último pasamanos, posteriormente nos encontramos con
Antonio y Alicia balizando. Carlos, en
su línea, haciendo fotos. A Sean se le
veía cansado, como si hubiera sufrido para llegar hasta aquí. El Nacho estaba
tranquilo, viviendo el momento.
Formamos grupos,
Marta, Sean, Nacho y yo, nos dispusimos a comer enfrente de la galería
La Partera, donde continuaremos la exploración. Dato importante, el Nacho se
trae un termo calentito de ¾ de litro de café con leche, con esta perspectiva
este hombre aquí dentro va a ganar amigos.
Mientras los demás continúan con sus tareas, nosotros nos
dirigimos al último punto de topo, viendo con más detenimiento lo que nos vamos
encontrando por la galería, en el final picamos un poco la gatera para poder
pasar (sin arnés) , la continuación sigue siendo de un espacio reducido y con
quiebros, llegamos a otra gatera la cual hay que desobstruir manualmente, logramos pasar, y ver con ilusión una galería
transversal y amplia. Marta desde el borde de la galería , observa posibles
huellas , me adentro en ella y efectivamente nuestro gozo en un pozo. Esta
galería nos ha retornado a la Sur.
Al aparecer Qra y
Alicia, empezamos a ir saliendo, Sean siendo un iniciado cursillista le faltan
horas de cuerda, retardándonos un poco la marcha. Una vez fuera aparecen
también Nacho y Pelos.
Y colorín, colorado unos cuatrocientos hemos sacado.
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