Texto: Jesús
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Después de realizar cuatro barrancos
durante el fin de semana de la Primera Concentración de Barranquismo de
Castilla y León, aun nos quedaban ganas y decidimos realizar
un último y sencillo descenso próximo al Barranco del Pico el Moro, que
habíamos realizado por la mañana, para ello Carlos, que siempre lo tiene todo
muy estudiado, propuso realizar la Garganta de los Suplicios.
Para llegar desde Ocejo de la Peña tomamos dirección
Riaño, al poco nos topamos con un puente que cruza un río, ahí es donde hemos de
dejar nuestro vehículo. Según nuestra información el acceso es inmediato y tan
solo tiene un rapel de 4 metros y dos de 20, el cañón discurre paralelo a la
carretera, por lo que nos confiamos un poco. Tan solo fuimos equipados con una cuerda
de 50 metros, dado que todo parecía muy sencillo y nos podían apoyar desde la
carretera.
Comenzamos a avanzar por el río y a unos
200 metros nos topamos con el primer rapel, no había ni rastro de la
instalación por lo que tuvimos que destreparlo sin demasiados problemas.
A pocos metros vimos la primera cascada de 20 metros, muy bonita y
espectacular, instalamos la cuerda, Carlos bajo en primer lugar, yo en segundo, comprobé que la cuerda se podía recuperar y le di el ok a Ali. Aquí empezaron
nuestros problemas, tras bajar Ali, la cuerda no recuperaba, nuestros
compañeros que estaban al margen de la carretera no nos veían y lo peor de todo
no teníamos cuerda para afrontar la próxima cascada de 20 metros, ¡Estábamos
atrapados!
Al final gracias a la tozudez de Carlos
conseguimos recuperar la cuerda, en ese momento nos dimos cuenta que Alicia
había desaparecido, se palpaba la tensión en el cuerpo. Seguimos avanzando y en
un resalte de apenas medio metro me golpeo fuertemente la pierna, yo pensaba en
fractura, según mis dolores, afortunadamente todo quedo en un susto. A continuación apareció de nuevo Alicia, había encontrado un escape y había
intentado conseguir otra cuerda.
Continuamos progresando lentamente pero
no encontramos el segundo rapel, por lo que antes de sufrir otro suplicio, como
acertadamente esta bautizada esta garganta, decidimos abandonar por el margen
derecho.
Un vez cambiados y más tranquilos
analizamos nuestros fallos, afortunadamente en esta ocasión no nos ha pasado
nada, pero por lo menos para mí, me ha servido para nunca menospreciar un
barranco por muy sencillo que sea, siempre hay que estar alerta y nunca afrontarlo con el
material justo.
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