Texto: Alicia |
Cuando llegamos a la cabecera vemos que lleva más agua que en el verano, así que estará muy disfrutón. Mur dice que ese poco caudal no puede ser que
se encaje mas abajo. Empezamos el descenso y empiezan las cascadas. Primero uno
pequeño de 5 metros, después sin mucho tiempo para aburrirse siguen los rápeles, cada vez mas bonitos y estéticos.
Llega el rápel con un bloque encajado, con
tonos rojizos por todos lados y seguido llega el canalón encajado, donde
todos los que no conocían el barranco empiezan a decir que es una joya, que va de menos a mas y que no esta defraudando para nada.
Llega
el mas largo de los rápeles, donde el chorro de agua te
lleva los pies si los metes en la vena, y los principiantes lo bajan con un poco mas de confianza que en el primer barranco del día. A alguno que otro
le da un buen revolcón el agua.
Acabado el rápel y recogidas las cuerdas nos hacemos la foto de grupo, con todos encantados con el pequeño pero muy bonito barranco que estamos descendiendo.
Seguimos el curso del río, realizando un último rápel más, hasta llegar al cartel que da fin al
barranco, continuando por el sendero hasta llegar al pueblo de Liri.
No vemos todavía a Mónica y a Belén, así que Carmen y yo vamos a
buscar la furgoneta al aparcamiento superior. Justo cuando estoy
llegando al pueblo veo salir a Mónica por una de las callejas y pregunto ¿Donde andáis? Chuchi les dijo que nos esperaran en la iglesia y realmente deberían de haber dejado el coche en la plaza. Habían estado buscando el
retorno del barranco, pero se habían ido a la cabecera.
Ya todos juntos
comemos para coger fuerzas y poder seguir con el siguiente barranco de la
tarde, pero esta vez se retiran del grupo Chari y Chuchi, que nos harán un
gran favor acercando los dos coches al cementerio de Castrejón, donde llegaríamos después de descender el Barranco de Ramastué, ahorrándonos así mucho tiempo de combinación de coches.
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