Después de comer, Carmen, Lolo, Mur, Carlos, David y yo, nos
dirigimos a la cabecera del Barranco Ramastué, mientras Chuchi, Mónica, Belén y
Chari se llevan los coches para dejarlos en el cementerio de Castejón de Sos,
lugar a donde llegaremos después del barranco. Mientras descendemos el
barranco, ellos irán a dar un paseo y realizar alguna compra.
La aproximación es muy cómoda, pues es cuesta abajo y
para ser el tercer barranco del día no está mal. Cuando llegamos al cauce vemos
que está bien de caudal, pues es un barranco que cuando los demás están
cargados él va perfecto.
Nos ponemos los aparejos y empieza la aventura,
después de andar un buen rato por el cauce llegan los primeros rápeles, sin
apenas dificultad.
El cauce poco a poco se va estrechando y formando una
bonita garganta, encontrando un gran número de coladas de toba, en las cuales
tomamos las precauciones necesarias para no dañarlas.
En una parte del barranco Lolo observa algo raro en el
equipo de David, y es que tan necesario como una buena destreza en el manejo de
las cuerdas, es el ponerse adecuadamente el equipo, jejeje. Después de unas
risas al comentarnos David que ¡algo sí que le dolían los huevos! continuamos
con el descenso.
Durante el descenso encontramos hasta una docena de
bonitas cascadas que ponían el broche de oro a una jornada bien aprovechada.
Tras dos horas de descenso llegamos al camino de
retorno, donde vemos el cartel indicándonos el camino a seguir hasta el
cementerio, donde están los coches esperándonos. ¡Es una pasada lo bien
indicado que están los barrancos en esta zona!
Por hoy la jornada acaba con muy buen sabor de boca,
habiendo descendido tres barrancos de lo más variopinto, todo ello sin movernos del pueblo de
Liri.
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