Texto: Chus |
A las 7:00 AM partimos desde la estación de ski de Valberg- Beuil, tras una hora andando por pista llegamos a l'Illion, desde donde comenzamos el descenso al cauce del río, llegando a él 1 hora y 30 minutos más tarde. La soledad en aquel lugar era de paz absoluta, tan solo perturbada por 5 barranquistas preocupados por el reto que iban a afrontar.
Sobre las 8:45 AM tomamos contacto con el agua del Raton, pero antes de empezar volvimos a mirar al cielo plagado de nubes, a partir de aquí, decidimos confiar en la previsión del tiempo y comenzar a disfrutar.
En la primera parte del barranco nos encontramos pequeños resaltes tallados en la característica roca roja de la zona, siendo fácilmente superables.
El caudal era bastante abundante y eso que no habíamos llegado a ninguna de las tres aportaciones que tiene el barranco, aunque más tarde descubrimos que apenas añadían agua.
Tras apenas haber descendido unas pocas cascadas, en una de apenas 2 metros de altura patiné, golpeándome contra una arista y rompiéndome una ceja. Ali me realizó un vendaje de emergencia y continuamos el descenso ya con los 5 sentidos en alerta.
Continuamos con el descenso, empezando este a complicarse. Cada vez encontrábamos tramos más encañonados y eso hacia que el agua ganara velocidad, complicando los destrepes y las recepciones de los rápeles. En alguno de ellos tuvimos que realizar algún rápel guiado para evitar ser engullidos por los remolinos.
Todos los rápeles del barranco están instalados con químicos e indicados con una chapa el número de rápel que te quedan por hacer (lo encontramos en varios barrancos durante nuestro viaje). Esto nos sorprendió, dado que tras más de 3 horas de descenso a buen ritmo, tan solo íbamos por el rápel 15, vamos, que nos quedaba algo más de la mitad.
La última parte del descenso es la más técnica, dado que hay algunas cascadas muy estrechas que terminan en marmitas, teniendo que realizar bastantes pasos en oposición.
Después de unas 5 horas 30 minutos de descenso pudimos ver en el puente del final a Luisa, que estaba un poco angustiada por el retraso, y es que habíamos tardado bastante más de lo que en un principio calculamos, tanto en la aproximación como en el descenso.
Comentamos con Luisa las anécdotas y situaciones vividas dentro del cañón, para más tarde separarnos. Por un lado Fonso, Luisa y yo nos fuimos a buscar un centro médico para solucionar el problema de mi ceja, mientras Carlos, Ali y José Mari continuaron con su aventura dirigiéndose hacia el Challandre.
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