Texto: Alicia |
El Torrent d'Amarines nos dejó justo en el inicio de las Gorgues de la Roudoule, muy cerca del puente de inicio. Lo primero de lo que nos damos cuenta es de la gran cantidad de sedimentos que hay en el fondo de las pozas, enturbiando el agua al progresar y no dejando ver por donde pisábamos.
El caudal en una primera parte horizontal es normal, progresando rápidamente. El barranco se va encajando poco a poco, ganando en interés y belleza.
Destrepamos y saltamos todo lo posible, eso sí comprobando antes, aunque también tenemos que montar algún pequeño rápel.
Cuando llegamos a la altura del afluente Ravin du Croc vemos que este aporta gran cantidad de agua, encontrando en esta zona un rápel bastante bonito pero con una recepción agitada. Optamos por montar el rápel por fuera del agua, cayendo al agua justo después de toda la espuma. Una vez abajo encontramos el paso más bonito de todo el barranco, un gran puente de roca que une las dos orillas del cañón.
A continuación encontramos otro bonito rápel, para continuar con una zona de pequeñas cascadas y destrepes, dando vista ya al puente colgante donde en teoría están nuestros compañeros, muchos metros más arriba del cauce del río. Silbamos para ver si nos oyen y al poco se asoman Fonso y Luisa, que nos saludan desde lo alto del puente.
Pasamos por debajo de los puentes, encontrando la misma tónica que antes, rápeles pequeños y destrepes dentro de un buen ambiente.
El cauce se va abriendo progresivamente y después de andar unos 15 minutos damos vista al puente romano donde finaliza el descenso. Cogemos un sendero a mano izquierda que en apenas 15 minutos nos llevó a la carretera y al aparcamiento en donde nos esperaban Fonso y Luisa.
Reponemos fuerzas y emprendemos el camino de vuelta hacia Gillaumes, con dos descensos realizados en el día a pesar de que la jornada comenzó bastante mal. Cuando llegamos al pueblo montamos un improvisado chiringito, sacando los toldos por si llovía pues el cielo estaba otra vez bastante gris. Poco tiempo después vimos como efectivamente otra vez volvía a llover, cayéndonos la del pulpo mientras preparábamos la cena, teniendo que refugiarnos los seis en la furgoneta de José Mari y Luisa para acabar de hacer los macarrones a la carbonara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario