Texto: Alicia |
Quinto día en Alpes Marítimos, desde el pequeño pueblo de La Bolène - Vésubie, en donde habíamos pasado la noche, descendimos hasta la carretera principal, girando a la izquierda hacia Lantosque, encontrando a unos 400 metros una pequeña área de descanso en donde dejamos los coches.
Chus decide no hacer el barranco para que no se le abran los puntos de la ceja, así que nos realizará la labor de combinación de coches. Luisa se anima a realizar el descenso al ver que alguna agencia de aventura va a entrar en el cañón.
Con el segundo coche volvemos hacia el Col de Turini, en donde la tarde anterior tuvimos un encuentro con un flipao que debía ir de tramo, hasta llegar a un pequeño mirador en donde encontramos el panel informativo del barranco. El espacio para aparcar es escaso y nos damos prisa en cambiarnos para afrontar el descenso, despidiéndonos de Chus, que resignado nos esperará abajo.
En apenas 5 minutos de descenso llegamos al cauce del río, encontrando un barranco con mucha vegetación y resbaladizo que nos hizo recordar a los barrancos de casa.
La Bollène es un clásico de Alpes Marítimos, estamos ante un barranco de carácter lúdico total, alterna zonas estrechas con zonas abiertas, encontrando saltos, badinas, toboganes,etc, pero también encontramos bastante basura en el río.
En el descenso encontramos un par de cascadas de unos 11 y 20 metros, que en teoría se pueden hacer como toboganes, pero llegado el momento ninguno nos atrevimos con ellos, prefiriendo rapelar.
Un último y bonito estrecho pone punto y final al barranco tras unas 3 horas 30 minutos de descenso, encontrando a la derecha el camino de retorno que en unos 25 minutos nos llevó de nuevo al aparcamiento inferior en donde nos esperaba Chus.
Comemos algo mientras vemos como las previsiones del tiempo, que daban lluvia para la tarde, no iban a tardar en acertar. Para Fonso y Chuchi se termino el viaje, tienen que emprender el viaje de vuelta con tristeza, pues tienen compromisos en España. Se despiden de nosotros, dejando a Carlos y a mi como únicos representantes del Caimanes Canyoning Team.
Carlos y yo no nos hemos quitado el neopreno pues tenemos intención de descender el Infernet, pero justo cuando nuestros amigos se marchan comienza la tormenta. Nos quitamos el neopreno y nos acercamos los 4 miembros restantes del grupo a ver la cabecera del Vallon de Duranus, posible descenso para la jornada siguiente, pero a tan solo 5 kilómetros de donde estábamos el sol brilla con fuerza, y no hay ni una puñetera nube. Con este panorama, ya pensábamos en ponernos otra vez el traje de faena en cuanto llegásemos a Duranus.
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