Después de pasar a recoger a todos los miembros de la expedición por sus hogares, y con la furgoneta llena hasta el techo (parecía que nos íbamos a la operación paso del estrecho) emprendimos el largo viaje hasta la población de Senterada, montando la base de operaciones en el camping del mismo nombre. Este camping (un poco descuidado por cierto) no era el elegido en un principio, pero por problemas de ocupación tuvimos que cambiar los planes sobre la marcha. El viaje resultó ameno, saboreando unas buenas, baratas y grandes birras (exceptuando al conductor) y como anécdota comentar que la policía nacional nos paro para pedirnos la documentación a nuestra entrada de nuevo a España, pues el viaje lo realizamos por tierras francesas. ¡Menos mal que no nos hicieron sacar todo el material!
Una vez registrados en el camping, nos pusimos a montar la tienda, la carpa,etc, antes de cenar algo e irnos a dormir. ¡Bueno a dormir! el que lo pudo hacer, pues sobre la una de la madrugada comenzó una fiesta en el pueblo que duro hasta las 7 de la mañana. Además a eso de las 6 de la mañana y puntual durante todos los días de nuestro viaje, un puñetero gallo empezaba a cantar, al igual que un pavo que también se animó alguna mañana. Sin pegar ojo en casi toda la noche, nos levantamos, desayunamos y nos pusimos rumbo a nuestra primera actividad del viaje, el Barranco Roi.
El Barranco Roi se llama así por el característico color rojizo del terreno de la zona, volviéndose el agua de color rojo en cuanto movíamos el fondo arenoso. El barranco combina zonas abiertas con otros tramos encañonados bastante estéticos, siendo el mayor rápel que nos encontramos de unos 11 metros.
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